Al amanecer
Está sentado sobre los escombros mirando la hermosa aurora renacer...está despierto y sin embargo no está seguro, estará despierto en realidad o es tan solo un sueño más.
Respiró hondo, cuando alguien se sentó a su lado...no hizo ningún movimiento, tampoco intentó mirarlo, simplemente se quedó quieto mirando el amanecer. La alucinación no se va...puede sentir su exquisito aroma, y su túnica resplandecer. Estoy loco, pensó sonriendo con desdicha.
No, no estás loco y si así fuera, yo también estoy loco, dijo una voz en su mente...El capitán Yunho lo miró, estaba allí...permanecía a su lado.
Por qué?
Porque tú y yo estamos destinados a encontrarnos una y otra vez., hasta que al final...no seamos más que una ilusión.
Quien eres...
Tú y yo...Somos uno, somos parte de la misma esencia.
No entiendo...
No entiendas ahora...
Dijo para sentarse a horcajadas sobre el capitán, sueño o no...está sintiendo demasiado deseo y su cuerpo reacciona de manera brutal. Enceguecido por la pasión, lo abraza por la cintura e empuja para penetrarlo más profundamente...quedarse y moverse, las caderas del ángel danzan con frenesí...Nunca había soñado algo tan real, porque es seguro que es un maldito sueño que no podrá recordar. Entonces sus manos lo tocan, acarician...palpan, es tan real, tan suave y sus gemidos son tan claros como el susurro ruidoso del arroyo...intentó besarlo, esos labios tentadores lo incitan...es como para un vagabundo sediento beber de aguas puras y cristalinas. Y el deseo se desborda en torrentes cálidos y espesos.
Cuando despertó, aún era noche...No recordó nada.
Desde ese último encuentro en un mundo de fantasías y locuras, no volvió a soñar.
Pronto supo que algunas cortesanas, agregaban algunas gotas de hierbas en sus copas, provocaban visiones en los clientes, con el fin de apoderarse de su voluntad y así poder quitarles las monedas de oro., que frecuentemente portaban. El motivo de otras: atrapar un marido., enloquecerlos de amor.
El capitán Yunho hizo una mueca, eso explica muchas cosas.
Si los sacerdotes se enteraran de estas prácticas, seguramente alzarían los ojos al cielo...se darían golpes en el pecho, mientras las cortesanas (tildadas de brujas) caerían bajo el fuego ardiente de purificación.
Pero, que es esa sensación de frustración, decepción...la idea de no volver a sentir de ese modo., respira profundamente, será mejor que sus fantasías eróticas las vuelva realidad con alguna señorita de la ciudad.
Changmin—Pienso que esos sueños no son más que tus pecaminosos deseos de hacerlo con uno de los novicios, hombre pecador.
Yunho ríe, mira hacia el corredor, donde generalmente los novicios pasan largas jornadas en oración—Supongo que la piel de un ángel es tentadora.
Changmin rueda los ojos.
A la noche siguiente y a la siguiente el sueño no acudió, pero si el insomnio. El capitán Yunho se sentaba en los escombros mirando alejarse a la luna, dando paso al sol. Necesita algo, algo que esconde su alma. Una verdad tan profunda como la sensación de soledad. Acudió a los burdeles, desafiando el peligro que acecha en el camino. Pero ni las sombras se atrevieron a cruzarse a su paso.
El capitán Yunho, tiene un aura misteriosa.
En el bar calma su sed con una jarra de vino, respira hondo, tal vez algunas de esas hierbas lo lleven al mundo de los sueños y qué más da, si al día siguiente no recordará nada. Pero lo cierto es que necesita sentirse de ese modo, embriagado por el deseo. Pero nada sucedió. Ni siquiera una orgía pudo calmar su sediento cuerpo de placeres pecaminosos. Se levantó de la cama, asqueado. Bebió hasta la última gota de vino y en contra de las órdenes de sus superiores, avanzó hasta el campo de batalla. En la cual demostró su osada valentía. No tembló su puño ni pudo ser derribado.
En contra de su voluntad, el capitán Yunho asistió a la misa, acompañando a sus soldados quienes querían agradecer las bendiciones y los cuidados de algunos novicios y monjes.
El sacerdote rezaba y leí los salmos en latín.
En algún momento, un coro de ángeles deleita sus oídos...mira hacia los costados, luego hacia el fondo, arriba en un balcón, detrás de rejas...que hacen imposible verlos. Se puso de pie, todos murmuran. Se sentó nuevamente cuando Changmin tiró de su brazo...Se quedó en silencio, sin hacer ningún gesto...pero sintió una ardiente mirada y un susurro en sus oídos, volvió a levantarse y esta vez caminó, seguido de Changmin quien le habla bajo—Que pretendes...
Yo...respira hondo y sale de la iglesia.
Al día siguiente dejaron el monasterio a las primeras horas del amanecer.
Ya ha pasado tiempo desde que la guerra llegó a su fin.
En una de las celdas (cuartos de los novicios) Jaejoong trata de salir, pero no puede...sus fuerzas se debilitan con cada respiración. Cae al suelo y mira la ventanilla que en cada pestañeo se hace más pequeña.
Mientras que las alucinaciones dejaron de ser un tormento, para el capitán Yunho. Pero ese fuego que lo consumía misteriosamente, continúa ardiendo. Su carácter empeoró. Tiene amantes que no logran satisfacer sus deseos. Es un asiduo visitante de burdeles y bares...conocidas son sus aventuras., y sin embargo las mujeres le envían invitaciones a sus aposentos con la esperanza de conquistar su arisco corazón.
Cada tarde monta su brioso caballo y recorre la extensa propiedad., tratando de encontrar serenidad a una angustia que le es difícil de comprender.
El padre de Yunho pretende obtener las tierras vecinas, el motivo, una fuente natural formidable., así se convertiría en el terrateniente más rico de toda la zona.
Yunho hace una mueca, mientras comparten una copa de licor—Esas tierras, si tanto las quieres, pide al príncipe que te las conceda, no es tu amigo?
—El viejo monarca lo era, su hijo apenas lo conozco y se dice que un caprichoso. Además esas tierras pertenecen a una antigua familia de esta comarca, fueron prácticamente quienes fundaron este lugar. Así que...Debes cortejar a la hija de esa familia, es una hermosa joven...perfecta para un hombre como tú.
Yunho hace una mueca y escucha en silencio a su padre, le debe demasiado...no quiere desobedecer—Padre, creo que no es el momento.
—Entonces, dime, cuando será el momento...Ya no somos tan jóvenes y queremos nietos corriendo por esta mansión.
—También quieres esas tierras.
—Es un valor agregado (dice sonriendo)
Un hombre debe responsabilizarse de su familia, de sus padres ancianos...yo estoy lejos de ser una anciana (dice su madre) pero, quiero ver a mis nietos y jugar con ellos sin que la reuma me lo impida.
Yunho sonríe, luego, vuelve la mirada hacia la ventana...respira hondo, necesita algo...extraña algo. Negó con la cabeza. Volteó a mirar a sus padres.
Esa misma tarde visitó la propiedad vecina.
Las mujeres de ese lugar quedaron encantadas con tal gallarda presencia y porte varonil. Sus visitas se hicieron habituales, hasta que empezó a cortejar a la joven dama, sin mayores esfuerzos.
En la cocina...
La nana quien bate una mezcla para un pastel, hace muecas—Mujeres necias, nada es de ellas...nada les pertenece, ya verán cuando mi señorito, el dueño de todo regrese.
El cochero respira hondo—Mujer, la necia eres tú...ese niño...
La nana dejando el batido y amenazando con un cucharón a su marido, el cochero—No te atrevas, yo sé que mi pequeño señorito, vive.
Mientras en el monasterio...
Los sacerdotes están consternados, el joven novicio... ángel o demonio...ha caído en un profundo sueño.
Se debilitó como un pequeño pajarillo en medio de una tormenta.
...