La Nana lleva una bandeja con una humeante taza de café, esboza su mejor sonrisa, el señorito permanece frente a la ventana. Ya nada espera, solo que se hizo una costumbre mirar hacia el camino.
Respira hondo controlando el frío invernal que hace temblar su cuerpo, la nana mira hacia la chimenea, solo quedan brasas que no tardarán en apagarse.
Tome el café antes que se enfríe, aconseja la nana, Jaejoong se retira de la ventana, iré a por más leña, el cielo se oscureció nuevamente, esta noche habrá tormenta...dice para salir al cobertizo, allí buscó un hacha. El bosque no está tan lejos, pero la nieve que cayó hace algunos días no hace su caminata nada de fácil, a ratos cae...Tuvo suerte al encontrar una rama frondosa que había caído por el peso de la nieve. Con el hacha comenzó a cortar las ramas, primero torpemente, hasta que pudo acertar un golpe certero y luego otro. Limpia el sudor de su frente, fue cuando se dio cuenta que no está solo, se quedó quieto, un lobo lo vigila agazapado a punto de atacar. Se escuchó un disparo, el lobo huyó. Jaejoong voltea, un hombre alto se acerca...Alza las manos, no tenga miedo señorito...no le haré daño. Jaejoong retrocede un paso, desconfía, pero luego al ver la cara del hombre pudo respirar con normalidad.
Al rato.
La nana alza una ceja, ve al hombre prender la chimenea después de haber cortado la leña y haber reparado la puerta principal.
Como supo que regresamos al pueblo, pregunta la nana, el hombre sonríe pero su mirada va hacia Jaejoong.
-El señorito jamás pasará inadvertido. Incluso en tiempos de guerra. (Sonríe) vi pasar el carruaje de madrugada, yo estaba de centinela en la torre de la iglesia.
Ella hace una mueca-eso quiere decir que...
-Me temo que la paz acabará en cualquier momento. Pero no se angustien, estarán seguros aquí.
Jaejoong está frente a la chimenea, mira las llamas danzar, consumiendo la madera, él se siente a veces así, que un fuego recorre su interior.
Ahora, dice, cierren la puerta y no abran a nadie, salvo a mi (sonríe) iré por más víveres.
Pero pronto la tormenta se desatará, dice Jaejoong. Es peligroso.
El hombre sonríe, nada me pasará...(dice tomando la mano de Jaejoong y depositando un suave beso).
Después se sentaron frente a la chimenea, Jaejoong sonríe su nana ya no lee la biblia, ahora lee una novela algo pícara. Después se levanta a mirar por la ventana, está nervioso, la nieve comienza a caer de forma brusca y permanente.
La nana comenta-es bueno tener a un hombre en la casa, verdad?
Jaejoong la mira y frunce el ceño, ella ríe, sabe a lo que me refiero, contesta para seguir su interesante lectura.
Dos horas después, el hombre regresó con víveres, la nana está sorprendida...Jaejoong también, entonces, dice, nana y yo prepararemos la cena...El hombre lo toma de las manos, por favor deje que lo atienda...Momento de incómodo silencio, hasta que la nana carraspea.
Luego
La mesa está vestida con un largo mantel blanco, copas de cristal (las que se salvaron de los saqueadores) velas y una amena conversación, afuera con la tormenta se quedaron los malos recuerdos, la guerra no parece alcanzarlos, es un pequeño momento en medio de un futuro incierto.
Jaejoong sonríe, aún no sabe el nombre de tan gentil caballero, este sonríe, me han dicho de todo, menos caballero, vuelve a reír. Entonces se pone de pie, de manera ceremoniosa se presenta formalmente...
-Teniente Shirota Yuu, del quincuagésimo escuadrón de infantería.
Jaejoong se sorprende, él pensaba que se trataba de un renegado rebelde.
La nana alza una ceja, y sonríe.
Cuando el teniente Shirota muy amablemente se ofreció a lavar los platos después de cenar.
La nana le habla al señorito...
El joven teniente lo quiere atender, no me miré así, ambos lo sabemos...y creo que será bueno para usted, darse cuenta que en el mundo existen otros hombres mucho mejores que el cretino que tiene como esposo.
-Dijiste que no debía mirar a ningún otro hombre.
-Siempre se puede cambiar de opinión.
Jaejoong iba a replicar, pero el teniente Shirota vuelve a la sala. El señorito lo mira de reojo.
Pasaba de la medianoche y la nana de fue a dormir, asegurando decir, antes de subir al cuarto que tiene el sueño muy pesado.
El teniente sonríe y Jaejoong se sonroja.
-Me encanta cuando tus mejillas se colorean.
Jaejoong-es el fuego de la chimenea.
El capitán Shirota se acerca, Jaejoong puede sentir su respiración en la nuca y sus vellos se han crispado, trata de alejarse, pero el aroma del teniente, aunque lo quiera negar, le atrae.
Se quedó en la mansión algunos días, en los cuales hizo arreglos y se encargó de suministrar la bodega-Estarán bien por un par de semanas.
Mañana me iré, dice, acariciando los labios de Jaejoong.
Se rumoreaba que las tropas enemigas estaban cerca de la frontera y que el ataque es inminente.
Mientras en la ciudad
El capitán duerme en otra habitación, ya que su "esposa" no controla los gases. Cuando no está en el burdel, el cuarto de la empleada es bueno. Pero siempre lo mismo, no importa lo que haga, aunque cierre los ojos y trate de concentrarse...su cuerpo extraña otra piel, otro aroma.
Bajo el mismo cielo gris...
Jaejoong sube las escaleras, Shirota toma su mano-por favor, deje amarlo esta noche. Deje que me lleve al campo de batalla el dulce sabor de sus labios en los míos y así morir feliz.
-No hable así, usted regresará con bien.
-Entonces me esperará?
-No puedo prometerle nada.
-Oh déjeme que piense en ello, me mantendrá vivo. El futuro es incierto.
Jaejoong se acerca a la chimenea-no me conoce y sin embargo me ha ayudado mucho...yo
Shirota-lo conozco, lo veía jugar y lo veía pasear por el parque acompañado de su padre y su nana...ni siquiera el sol resplandece tanto cuando usted se hace presente.
Jaejoong se sorprende-por qué no me habló en aquel entonces, yo, nunca tuve muchos amigos.
Shirota-a un simple mortal le está prohibido alcanzar a un ángel. Además sus ojos solo miraban al caprichoso hijo de la familia Jung.
Jaejoong se sonroja-sabe mucho de mi y yo no se nada de usted, debería saber algo?
Shirota-sabe todo de mi, soy el soldado raso que besa sus pies.
No pudo evitar reír. El teniente es alegre, agradable y guapo. Le hace olvidar por momentos al canalla que lo engañó.
Dios sabe que Jaejoong amaba a su esposo y el diablo sabe bien de las necesidades de un hombre y sabe de venganzas. La mejor venganza se da bajo las sábanas.
Aunque la nana dijo que tiene el sueño pesado, de igual manera escuchó gemidos que se mezclaron con la tormenta.
A la mañana siguiente
Jaejoong despertó y el teniente Shirota no estaba a su lado, pero dejó una nota en la almohada, palabras cálidas y atentas.
No puede dejar de sentirse culpable, él había hecho un juramento, cuando firmó el acta de matrimonio, no le pertenecería a ningún otro hombre, solo a su esposo y pensaba guardarle fidelidad. Sin embargo el capitán Jung Yunho había decidido otra cosa.
Respira hondo, Shirota fue amable. Sus sentimientos por el teniente están lejos de ser llamados amor, pero esa noche necesitaba sentirse amado.
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