Jaejoong estuvo largo rato viendo las gotas de lluvia, que caen lentamente por las ventanas, dibuja círculos con el vaho de su aliento, escribió algo en el vidrio que inmediatamente borró. Los días de otoño especialmente cuando llueve traen consigo melancolías. Recorre con la mirada la calle, algunos caballeros que pasan caminando por los adoquines, miran hacia la mansión y se quitan el sombrero, esperando, quizás, una invitación del señorito.
A quien espera?, pregunta la nana.
No espero a nadie, contesta Jaejoong corriendo las cortinas.
La nana alza una ceja—El doctor no ha vuelto a la mansión
—Le pedí que no volviera.
—Y eso por qué?
—A Min no le agrada.
La nana sonríe—Pequeño celoso.
Jaejoong vuelve a mirar la lluvia, extraña los días de otoño en el pueblo. Toca su brazo. Hace algunos días tenía un moretón y la nana ya se había dado cuenta. Y ella que sabe más por vieja que por diabla, es lo que suele decir, alza una ceja—Trató de forzarlo...?
Jaejoong—Soy hombre y puedo defenderme. Antes, podía depender de otro, pero ya no (leve sonrisa).
La nana respira hondo tratando de controlar su enojo—Caras vemos, corazones no sabemos.
—Olvídalo.
—Esta tarde si usted me lo permite, iré al teatro, es que hay un señor de cabellos blancos de todo mi gusto.
Y esa tarde.
La nana no tenía intención de ir al teatro, más bien tiene la necesidad de ir al hospital y decirle al médico, una o dos verdades.
Da la casualidad que el abogado Park y Junsu están ahí, ella los vio y no dudó en seguirlos, tal vez Junsu está enfermo y no ha querido decir nada, eso explicaría su manera de actuar tan extraña, es lo que piensa mientras trata de apurar al paso.
En ese momento, la nana, casi choca con el médico—Justamente a usted lo estaba buscando. Lo enfrenta y comienza hablar todo lo que su mente tenía guardado, el trata de calmarla, pero la nana una vez que comienza su ataque de palabras, nadie la detiene.
Como médico, no tengo nada que decir, pero como persona deja mucho que desear, comenzó diciendo. A medida que pasan los segundos su vocabulario sube de tono.
Mientras, Yoochun toma del brazo a su "pariente", Junsu le acerca las muletas, para que pueda dar algunos pasos en por el pasillo. Sonríe—Me da gusto señor Jung que haya vuelto.
Me parece una eternidad, contesta, su gesto es de dolor.
La voz de la nana se escuchaba en todo el pasillo.
—¡Cuando es no, es no!...como pudo si quiera pensar en aquello, mi señorito no está solo. Y le diré algo más, usted y los demás solo son pecesitos de agua dulce. Ninguno se merece ni siquiera una mirada del señorito Kim. ¡Idiota, cretino! (Fue lo más suave que dijo).
Aprovechando que se juntaron algunos curiosos alrededor del médico y la nana seguía con su no tan educado discurso, el capitán Jung se acerca un poco más, quería escuchar las recriminaciones de la mujer...Frunce el ceño. Luego regresó al cuarto, siempre ayudado por el abogado Park y Junsu, todos se mantuvieron en silencio. El capitán Jung mantiene la vista en un punto visible solo en su mente. La voz de la nana se repite, aprieta con fuerza sus puños, pero ya tendrá oportunidad de hacer una visita poco sociable a ese médico. Parece maldecir silenciosamente.
Sabe bien que será difícil obtener el perdón, es un largo camino que deberá recorrer, para recuperar el amor de su esposo.
Cuando el mástil caía, en cuestión de segundos, su mente recorrió su niñez y adolescencia. Fue rescatado por un bote pesquero, estuvo meses sin conocimiento y cuando logró despertar, solo recordaba a una persona. Kim Jaejoong.
Más tarde
—Esos dos estaban en el hospital, los seguí pero los perdí de vista. Supongo que Junsu debe tener alguna dolencia, eso explicaría su comportamiento errático, que cree usted señorito?
Jaejoong alza una ceja—Que hacías tú en el hospital...
La nana sonríe, como una niña que trata de ocultar sus travesuras. Jaejoong rueda los ojos.
Al rato
Jaejoong quien mantiene una ceja alzada, indica al abogado y a Junsu—Ustedes algo ocultan, primero (indica a Yoochun) se reservó decir la verdad, yo lo vi en el hospital hace semanas, en aquella oportunidad me comentó que su pariente estaba internado, al otro lado de la ciudad y ahora me entero que ambos (los indica) estaban en el hospital. Algo que quieran confesar? Acaso estás enfermo, Junsu?...porque si es así...
El abogado Park y Junsu se miran y murmuran—Confesar?
Yoochun toma de los hombros a Junsu—Somos novios
Jaejoong alza una ceja—Solo eso..?
El abogado—En aquella oportunidad, yo efectivamente estuve allí, pero solo para retirar algunos papeles, ya sabe, por el traslado y ahora...con Junsu, nosotros, como pareja nos gusta tomar algunos resguardos, ya sabe...
La nana alza una ceja.
Junsu está avergonzado.
Desde cuando son pareja, pregunta Jaejoong.
Yoochun—Tres meses
Junsu—Dos meses...
Se miran.
Bueno, dice Junsu, cuando se está enamorado...el tiempo se detiene.
Yoochun sonríe.
Por qué nunca habla de su pariente, pregunta Jaejoong. Yoochun carraspea—Es un hombre poco sociable.
—Sigue internado?
—No...
—Entonces puede invitarlo uno de estos días, siento curiosidad por su pariente.
El abogado esboza una sonrisa.
Luego
Junsu mira de reojo al abogado Park—El señorito Kim sospecha algo, no nos creyó.
—Sospechar que cosa, imposible...tal vez no nos creyó pero tampoco sabe la verdad.
—Como puedo estar tranquilo, sabemos bien que el capitán Jung tarde o temprano se presentará frente al señorito y entonces sabrá que le mentimos.
—Tranquilo, estás demasiado tenso.
Junsu se sonroja—No parecemos una pareja real...
Yoochun sonríe—Entonces debemos ser más convincentes (guiño de un ojo).
Mientras el capitán Jung maldice y arroja las muletas fuera de su alcance. Una enfermera entra con los medicamentos, deja la bandeja en la cama, respira hondo__Mire que largo camino ha recorrido, no haga que se estropee todo. Venga y apóyese en mi., deje ayudarlo.
Déjeme solo, dice él.
Ella insiste—Un hombre tan interesante y atractivo debe tener motivos de sobra para querer recuperarse. Acaso no hay nadie especial, esperando su regreso?, dice acercando las muletas.
Una mañana Jaejoong salió de compras, entró en una librería, sería bueno comprar una novela para la nana y algunos cuentos para Min, piensa. Llegan dos niñas quizás de quince y dieciséis años, están emocionadas...escogen esquelas con motivos románticos y sobres...hablan bajito y ríen, seguro escribirán cartas de amor a sus enamorados, lo cual hace que Jaejoong recuerde aquellos tiempos, que con tanta ilusión dedicaba tiernas palabras a su prometido. Suspira, tantas ilusiones que el capitán Jung pisoteó.
Cuidado con el corazón, el amor es una trampa mortal.
Mi hijo es feliz?, preguntó una tarde el capitán Jung a Junsu.
—Es un niño muy alegre y con mucha energía. Por las tardes, cuando ya comienza a anochecer, le gusta dormirse en los brazos del señorito Jaejoong, es su lugar favorito.
El capitán sonríe, es cierto, Jaejoong es dueño de una agradable tibieza. Golpea uno de los muros, esa misma tibieza que se encargó de congelar con su actitud fría y prepotente.
Buscará una oportunidad para pedir perdón, una oportunidad para el amor.
El señorito tiene alguna cita?, pregunta Junsu, cuando ve salir a Jaejoong quien vestía formalmente, sube al carruaje con rumbo desconocido. La nana alza una ceja—Tiene una cita con el pasado.
No entiendo, dice Junsu, ella hace una mueca—No tienes que entender nada. Los asuntos del señorito son solo de él.
Entiendo, contesta Junsu con un leve puchero.
El carruaje no se detuvo hasta que llegó a un elegante restaurante, con vista al mar. De inmediato las miradas voltean para mirarlo, se preguntan quien será ese hombre que camina como si no tocara el suelo y su halo angelical saca suspiros a más de uno.
Pide una botella de champan y dos copas...Luego brinda con el caballero inexistente al frente suyo—Es un nuevo aniversario de nuestra maravillosa boda, lo recuerdas? hoy como ayer, siempre solo, esperando lo que nunca llegó.
Mira hacia el ventanal, es un paisaje hermoso, el jardín que precede al muelle está bañado de hojas secas, amarillas y anaranjadas...sonríe, al parecer el otoño se instaló en su corazón.
De regreso, en su cuarto, recuerda la manera que el capitán lo hacía temblar con tan solo un roce de sus manos, esa noche, está a flor de piel...Se duerme frente a la chimenea, sueña con él...un sueño que hace desearlo y despertar sudoroso.
"Le he pedido a la lluvia que me hable de ti, es que han pasado los años y no estás aquí. Le he pedido al silencio que me lleve a ti...Yo se bien que no te veré...Y vienes por las noches, soñándome, despertando de ilusiones mi alma...Amor. Y vienes por las noches besándome, despertando de ilusiones mi alma. Amor si te volvieras real, yo, sabría amarte otra vez...Le he pedido a la luna que me hable de ti, es que han pasado los años y no soy feliz, le he pedido a la lluvia que te traiga y yo se bien, yo, sabría cuidar nuestro amor y amarte..."
Jaejoong hace una mueca, dejando una copa sobre la chimenea. Mal amigo es el licor que hace desear cosas imposibles.
Sucedió una noche que el pequeño Min se resfrió y su temperatura comenzó a subir, Jaejoong preocupado llamó a una doctora, que atendió al pequeño en la mansión. Estuvo algunas horas en observación, respiró aliviado cuando la fiebre bajó...la doctora que lo revisó le dio una receta con un medicamento suave para el pequeño. Nuevamente comenzaba a llover y a esa hora era casi imposible encontrar alguna botica abierta.
Dejó al pequeño durmiendo y al cuidado de la nana. Junsu había salido con el abogado Park. Por lo cual Jaejoong se dirigió a la farmacia del hospital, al otro lado de la cuadra. Recomendado por la doctora., que tampoco dejó de admirar tal belleza de hombre.
La farmacia del hospital estaba cerca de un centro de kinesiología...No era hora para que algunos pacientes estuvieran allí, pero había uno bastante terco que prefería esa hora de la noche, para no ser visto...El dinero todo lo puede.
Jaejoong alza una ceja, que hace el abogado y Junsu en ese lugar...se supone que irían a un musical en el teatro.
La lluvia sigue cayendo, el suelo está resbaladizo...sube las escalas, no hay nadie en la portería. Sigue el sonido como ecos lejanos hasta una sala. Y, un hombre sujetándose entre dos barras horizontales, tratando de avanzar. La voz del abogado y de Junsu se mezclan, los escucha lejanos.
No sabe cuanto tiempo pasó, para que se dieran cuenta de su presencia...Esa mirada, de sorpresa y súplica que sigue en su mente al momento de retroceder y querer salir de ese lugar. La sensación de negar la verdad, tantas emociones de querer gritar, llorar...de reír y todo nuevamente. Recordar en un instante todo lo pasado, las ilusiones marchitas. Ver caer desde el pórtico las hojas secas. El amor dado con tanto anhelo y ni siquiera recibir migajas. Cuantas noches de insomnio y días eternos. Tantos otoños. Esas caminatas bajo la luz de la luna pidiendo deseos a una estrella fugaz. Esos días en el muelle arrojando flores al mar, la brisa que llevaba sus pensamientos.
Una mentira más.
Y ahora la voz de él llamándolo, suplicando...Es demasiado que soportar, demasiado que perdonar.
Todo ese tiempo de recuperación, el capitán Jung procuró pasar inadvertido...un secreto. Quería enfrentarse al amor como lo fue antes, un hombre con personalidad avasalladora, valiente...arrogante al sonreír...pero esta vez galante con un toque sutil de amante romántico. Por eso se sometió a dolorosas operaciones, solo con un pensamiento fijo. Ahora cuando estaba por lograrlo...se siente humillado, por eso se suelta de las barras y cae de rodillas, el dolor lo hace desvanecer.
Algunas horas después, despierta, está confundido...aclara la vista y la primera reacción, fue sonreír...Jaejoong está a su lado.
—Estoy soñando...
No sonrías, Jung Yunho, no es un sueño...tal vez sea una pesadilla.
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