martes, 30 de noviembre de 2021

EL LARGO CAMINO HACIA EL AMOR 11

 Lo peor de la tormenta ya pasó, pero los estruendos de los cañones se escuchan a lo lejos. Algunas noches el cielo se ilumina y luego todo vuelve a ser oscuridad.

Jaejoong se sienta frente al piano, toca algunas notas...extraña al pequeño Min y extraña su propia niñez, cuando los insignificantes problemas se hacían gigantes y su padre le narraba historias de príncipes y caballeros. Sonríe con tristeza, nunca más sintió esa seguridad. No puede evitar recordar los paseos en las tardes, cuando miraba escondido a su caprichoso vecino. Hace una mueca, el señor Jung siempre fue tan prepotente, lo recuerda bien, está seguro que Yunho le temía. Quizás si el señor Jung hubiera sido distinto, más amable, tal vez Yunho seria de otro modo, respira hondo, los hijos son el reflejo de sus padres...Espera que el pequeño Min sea una buena persona.

La nana se nota preocupada, el coronel prometió ayudarlos y protegerlos, pero ni su sombra se acerca, Jaejoong esboza una sonrisa, estamos en guerra, un oficial no puede pretender estar de vacaciones.

La nana hace una mueca—pues de la forma en que lo miró, pensé que pasaría metido aquí en la mansión.

Jaejoong carraspea—no inventes...

—No invento nada, se dio cuenta lo guapo y varonil que es?...si yo tuviera veinte años menos.

Jaejoong ríe.

—Seguro el coronel Henney tiene a más de una jovencita enamorada, tal vez esté casado. Los hombres como él nunca están solos.

—Pregúntele y salga de dudas.

Se escuchó el relincho de un caballo, la nana mira por la ventana.

Y al rato.

—Coronel Henney, fíjese que estábamos hablando de usted, el señorito me comentaba lo guapo que es usted.

Jaejoong abre los ojos y carraspea.

Iré por algo caliente, dice la nana, antes voltea para preguntar—se quedará esta noche en la mansión? El señorito desea hacerle una pregunta.

Jaejoong vuelve a carraspear, mi nana es algo bromista., dice haciendo una mueca.

El coronel había llevado una carreta con víveres y leña, todo un lujo en medio de la guerra, Jaejoong se incomoda—seguro hay tantas personas necesitadas allá afuera.

El coronel lo toma de la mano—no solo es bello por fuera, también por dentro.

Leve sonrojo en las mejillas de Jaejoong.

—Hacemos lo posible por llevar víveres al pueblo y a los campamentos, se que no es mucho.

Jaejoong se apresura—oh si lo es, usted es una persona valiosa.

El coronel sonríe, puedo pedirle un favor...?

Jaejoong carraspea—puede.

Puedo llamarlo por su nombre y usted llamarme por el mio, de esa manera, quiero acortar la distancia entre ambos.

Jaejoong tartamudea, camina hacia la chimenea y trata de desviar el tema de conversación.

—Cree que este conflicto termine pronto?

—Me gustaría tener la certeza, pero es impredecible, esperemos que acabe pronto. Hay alguien a quien esperar?

Jaejoong lo mira—no hay nadie.

Entonces puedo pretender ser ese alguien?

Jaejoong contesta con otra una pregunta—existe alguna señora Henney?

Por supuesto, dice él...

Jaejoong se siente...desilusionado.

El coronel lo toma de la mano—de hecho existen dos mujeres en mi vida, mi madre y mi hermana. La señora y señorita Henney.

Breve silencio para sonreír después.

Jaejoong carraspea, Daniel no quiso angustiarlo más...se aleja.

—Ya se va?

—Mi querido señorito, el deber me llama, pero estaré al pendiente (se acerca) solo una señal suya y me tendrá.

Sostuvo su mirada por algunos segundos.

Cuando se fue, Jaejoong se quedó en el pórtico...su nana carraspea, que guapo y varonil es el coronel Henney, si hasta su nombre es tan masculino, y está soltero, por lo que pude escuchar es un buen hijo y hermano.

Jaejoong alza una ceja—desde cuando acostumbras a escuchar.

La nana ríe—digamos que es un don que viene con la servidumbre.

Jaejoong sonríe, es cierto, la servidumbre siempre conoce hasta los secretos más escondidos de sus señores y los guardan mejor que un sacerdote en el confesionario.

Mientras revuelve la olla en la cocina, la nana piensa en voz alta—lástima que el coronel Henney no se quedó a pasar la noche en la mansión, al señorito le urge que le calienten los pies.

El cochero hace una mueca—mujer no te metas en esos asuntos, mejor calientas mis pies.

Ella lo mira, se mofa. Luego lo considera.

Algunos días después, la nieve ya casi se ha derretido y la hierba silvestre comienza a llenar de verdor las cercanías, tierra donde las bombas y pólvora no han alcanzado.

La lluvia reciente ha limpiado el aire y el sol brilla en todo su esplendor...se escuchan algunos pajaritos haciendo sus nidos. Pero aun el ambiente está frío.

El coronel Henney enviaba a mensajeros con víveres y esperaba una invitación especial, la cual Jaejoong nunca se atrevió a insinuar.

La nana hace muecas y nuevamente habla en voz alta—seguro cierto capitán calentó sus noches con algún joven marino.

Lo cual no estaba alejado de la realidad.

El capitán Jung parece tener una braza entre las piernas, nunca está satisfecho ni saciado, las damas de los burdeles de cada puerto, lo aburren, así mismo las señoritas de sociedad. Entonces buscó otros placeres, un delicioso placer que conoció junto a Jaejoong.

En una de esas travesías, mientras está en la popa del barco, ve a un joven marino, tan similar físicamente a Jaejoong. De nombre Taemin, poco tiempo pasó para que ambos se entregaran a los deseos carnales en la cabina del capitán.

Mientras en la fortaleza, el pequeño Min es consumido por la fiebre, ni su madre ni la sirvienta pueden ayudarlo, el médico dice que el niño tiene pocas esperanzas de sobrevivir.

Una madrugada

Jaejoong no puede evitar angustiarse al escuchar las noticias que el coronel personalmente le llevó. La madre del niño, le pide y ruega su presencia, en sus últimos y breves momentos, quiere que Min sea sostenido por quien lo acunó tan dulcemente al momento de nacer.

Jaejoong fue escoltado por el coronel Henney.

Fueron horas de angustia, Jaejoong no duerme, no come...solo vela por Min, el niño parece más tranquilo y en paz. No dejaré que te vayas, dice entre lágrimas.

Cuando era pequeño, su nana hervía algunas raíces y se las daba de beber en gotas. Con la ayuda del coronel Henney, consiguió las raíces, Min hace muecas y rechaza el amargo sabor pero que endulzado con miel es más agradable. Luego se duerme con la suave voz de Jaejoong que tararea una canción de cuna.

La madre ve como el niño se calma en los brazos de Jaejoong, ella,  sigue pensando que Yunho y Jaejoong son primos.

Ya es madrugada y barco del capitán Jung atraca en el muelle, allí un mensajero lo espera con noticias de su hijo.

Llega casi sin aliento, y se detiene en brusco, al ver a Jaejoong con el niño en sus brazos.

Al verlo, Jaejoong sintió como su corazón dio un vuelco dentro de su pecho.

No te preocupes, dice, el peligro ya pasó, sonríe, si hasta los colores le volvieron a sus mejillas, seguro despertará con hambre. Yunho se acerca, ya podía respirar aliviado. La mujer recibe con un beso al capitán, este mira de reojo a Jaejoong quien voltea a mirar hacia otra dirección, luego todas sus sonrisas son para Min.

Cuando Min se alimentó y de nuevo se durmió, Jaejoong sale a caminar y así conocer las instalaciones, había mucha gente, madres con sus pequeños hijos y ancianos...En ese andar se encuentra con Junsu, este sonríe...mira en una dirección y trató de persuadir a Jaejoong de no seguir por ese camino.

Jaejoong sonríe, las manías de su nana las está adquiriendo y sintió mucha curiosidad, caminó algunos pasos más. Empujó una puerta, vio a un joven marino, Taemin, arrodillado frente al capitán y este con los ojos cerrados gemía agarrando los cabellos del muchacho para acelerar el ritmo.

Jaejoong retrocedió, no es odio,  ya no hay sentimientos...no hay nada.



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