Jaejoong camina por el pasillo trasero de la mansión, su lugar favorito cuando era niño, le gustaba ver caer las hojas en otoño, el olor a tierra mojada en invierno, después de la lluvia. Las primeras flores del durazno en primavera. En verano nadaba en el río y se columpiaba con las ramas de los sauces. Incluso puede verse correr por el sendero y recoger frutos secos de la temporada.
Los pensamientos siempre llevan a esos recuerdos que por más intentos se hacen por olvidar, siempre estarán ahí. Ese mismo camino que hoy mira, antes lo recorría para ver a su caprichoso vecino.
Los sentimientos no se han ido, simplemente se durmieron ante tanta decepción.
El Coronel Henney llega, Jaejoong sonríe y trata de arreglar su cabello.
Buenos días, señorito Kim
Buenos días Coronel Henney...
—He estado esperando un mensaje suyo...
Jaejoong lo mira—un mensaje mio?
—Creo que fui claro con mis intenciones, pero si no lo fui, reitero mi interés por su persona.
Jaejoong carraspea—no soy una buena compañía en estos momentos, tal vez usted debería...
—Debería insistir...
Ambos sonríen.
—No me pida desistir (se acerca) me enamoré de sus ojos al primer momento en que me vi en ellos.
La nana fisgonea en una esquina, reza para que el señorito acepte los galanteos del apuesto hombre.
Jaejoong trata de desviar la conversación, suspira—en otros tiempos fue un bello jardín.
El coronel sonríe y le hace una promesa.
—Cuando llegue el tiempo de paz, prometo hacer florecer hasta el último capullo de rosa. (voz seductora) Quizás florezca alguna esperanza para este coronel que le ofrece todo su ser.
Jaejoong se sonroja y luego ríe...
El coronel alza una ceja—demasiado cursi?
Jaejoong sigue riendo—si...
Ambos ríen.
Estaban cerca de la entrada principal, cuando llega Junsu con un mensaje del capitán Jung, dice que esperará respuesta.
El coronel bebe una taza de té en la sala, Junsu no aceptó beber nada. Tenía ordenes de volver en seguida de entregado el mensaje.
Jaejoong está en el despacho, luego de leer la nota, sale con un sobre. Junsu hace una reverencia y con su típica sonrisa se marcha.
La nana hace una mueca, es un joven agradable y tan simpático, no entiendo como sigue bajo las ordenes de ese cretino.
El capitán Jung esperó con impaciencia la respuesta a su mensaje. La mujer que presenta a todos como su esposa, ya no lo satisface. Los burdeles y sus cortesanas hacen lo suyo, el no está satisfecho. No tiene calma y su corazón es un desastre de sentimientos, la única paz en ese caos interno es su pequeño hijo Min.
Al atardecer del día siguiente.
La nana lleva un té a su señorito, que por costumbre se queda sentado mirando hacia el pórtico, el coronel tuvo la gentileza de sacar las ramas y limpiar los escombros que tapaban la entrada principal. Es tan amable, dice la nana, pero Jaejoong teme volver a enamorarse.
—No se quede mucho tiempo, señorito, estamos en primavera, pero el invierno insiste en quedarse.
Yunho frunce el ceño, su "esposa" quiere enviar al pequeño Min a casa de sus abuelos maternos en el extranjero, y así ella poder dedicarse a complacer a su esposo. El capitán no está de acuerdo, es demasiado pequeño. Ella le recrimina sus ausencias, pasa meses en alta mar y ella no puede hacerse cargo de un niño, que llora cada diez minutos, además sabe de sus constantes visitas a los burdeles. Ella se desnuda frente a él, diciendo que puede ser esposa, amante y prostituta si él así lo quiere. Se arrodilla, él se deja complacer...mientras su mirada está fija en la ventana. Se irrita, y se aleja. Busca a Tae en el muelle.
A la mañana siguiente, Junsu regresa con la respuesta que esperaba.
Abre el sobre y cayeron los trozos del mensaje que había enviado, frunce el ceño. Golpea el escritorio.
—¡Me puedes explicar que significa esto!?
Junsu casi arrinconado—yo no se señor.
Yunho camina por toda la habitación, al ver los pedacitos de papel su enojo aumenta.
—Te dijo algo, cualquier cosa...
Junsu traga saliva—el señorito no dijo nada, señor.
La mirada de Yunho lo hizo temblar...
—El señorito solo me entregó el sobre, supongo que estaba ocupado.
El capitán se burla—seguro estaba ocupado arreglando su cabello.
Junsu—tenia una visita.
—que visita.
—El coronel Daniel Henney, señor,
El capitán alza una ceja...
—Algunos aldeanos dicen que el coronel Henney visita constantemente al bellísimo señorito Kim.
El capitán arruga el ceño—¡lárgate!
Vuelve a repetir entre dientes, "bellísimo". Golpea el escritorio.
Junsu una vez fuera del despacho, respira hondo—el capitán Jung si que da miedo, cuando se molesta.
Yunho se quedó pensando, que pretende el coronel, serán visitas oficiales o de índole personal, sea cual sea el motivo, le molesta demasiado. Insistió nuevamente en enviar mensajes y obtuvo la misma respuesta. Frunce el ceño, su paciencia está al límite, nadie juega con él, menos Kim Jaejoong.
La nana respira hondo para no dejar escapar una grosería, Jaejoong le reveló el contenido de esos mensajes., en donde el capitán Jung lo citaba, en un hotel. Para hablar del divorcio o de lo contrario someterse a los placeres que por derecho le corresponden.
Que descarado, como se atreve...
—Debes estar tranquila, ya no volverá a molestar.
—Me gustaría estar segura.
No volverá a tocarme., dice en voz baja.
—Y esos mensajes...?
—Supongo que son para obligarme a firmar el divorcio. Quiere intimidarme.
La nana lo mira como tratando de adivinar sus pensamientos más secretos, Jaejoong esboza una sonrisa—No te preocupes, ya no puede herirme.
Mientras en algún cuarto de hotel, el capitán empuja al joven marino y en cada embestida el deseo se va apagando, para finalmente sentirse asqueado.
Las caminatas bajo la luz de la luna se han hecho frecuentes, más de una noche el coronel Henney ha pasado en la mansión, en cuartos separados, el coronel camina por el corredor y se detiene frente a la puerta de la habitación de Jaejoong, se queda solo un momento y vuelve al cuarto de huéspedes, mientras Jaejoong siente su corazón acelerado. Escucha los pasos del coronel alejarse. No estaría bien invitarlo a entrar, aunque si es sincero, siente cosquillas cada vez que el coronel está cerca. Sintió calor y bajó a la cocina.
Casualmente se encuentran, sonríen, ambos beben agua...es una noche calurosa, comenta el coronel, Jaejoong asiente.
La luna está hermosa, dice el hombre apuesto, sonríe—no puedo evitar ser cursi.
Jaejoong—Me gusta que sea así (se apresura en contestar)
El coronel Henney se acerca—pero también puedo ser muy libidinoso (leve sonrisa) y entregarme por completo a la persona que amo.
Jaejoong sintió un intenso calor interno que no se quita con agua y el coronel Henney lo sabe, ambos lo saben.
—Me ama coronel Henney...?
—Lo amo y deseo demostrarlo, no solo con palabras.
Quiero ser gentil pero a la vez urge la necesidad en mi de tenerlo (dice rosando sus labios con los suyos).
En la mañana.
Mientras desayunan, ambos se miran y sonríen, la nana sirve el té.
Luego el coronel Henney besa la mano de Jaejoong, el deber lo obliga a marcharse.
La nana mira con la ceja alzada al señorito—ayer en la noche, escuché ruidos.
Jaejoong no contestó, siguió tomando su té, pero sus mejillas lo delatan.
Varios meses pasaron para que se acordara una segunda tregua. Oportunidad que nadie quiere desaprovechar. Los burdeles se atestan de soldados y marinos sedientos de placer.
Hubo una reunión en un club de oficiales, donde se reunieron los altos mandos de cada batallón, Ocasión que las esposas de los oficiales aprovechan para lucir sus mejores galas. Por supuesto que el capitán llegó acompañado por su "esposa" ella lucía un vestido traído especialmente para ella desde Europa, el capitán lo había comprado en uno de sus numerosos viajes.
La música daba un toque sofisticado. Los camaradas brindan y cada uno relata sus estrategias militares.
Los actos heroicos son acompañados por brindis, algunos se atreven a bailar, otros ríen con alguna anécdota en trincheras. Fue cuando en algún minuto de la noche, todas las miradas se desvían hacia la puerta de entrada. El Coronel Daniel Henney llega acompañado de Jaejoong. Las suspicacias no se hicieron esperar.
El capitán Jung tuvo que hacer un doble esfuerzo para controlar su malestar.
El coronel no se apartó del lado de Jaejoong en ningún momento, es un hombre galante y lo hizo sentir especial, a pesar de haber muchachas hermosas que abiertamente le coquetean, a ambos.
Al momento de cenar, todos siguen con sus anécdotas, nadie se atrevió a preguntar por la relación que une al coronel y al atractivo señorito de sociedad Kim.
Más tarde
El coronel Henney invita a bailar a Jaejoong, no podían bailar frente a todos, entonces salieron al jardín, desde allí se podía escuchar la música. Jaejoong ríe ante la solemne reverencia del coronel antes de tomarlo de la cintura y girar con los sones de un vals. Ríen de tantos giros, Jaejoong se mareó y apoyó su frente en el pecho del coronel, para luego mirarse y dejar que sus labios se deleiten con el sabor del otro.
Mientras el coronel entra al salón por dos copas, Jaejoong prefirió quedarse en el jardín, lejos de las miradas curiosas.
—Que bien, supongo que ya lo metes en tu cama. Es buen amante?, se compara conmigo?...
Jaejoong voltea, el capitán está allí, su mirada es difícil de descifrar.
—Solo dices y haces estupideces.
El capitán ríe, no decías eso cuando estuvimos juntos, más bien gemías.
Jaejoong trató de alejarse, pero Yunho lo tomó del brazo...
—Firmarás el divorcio?
...
—Te daré el divorcio, con una condición.
Yunho lo mira y alza una ceja—condición?
Jaejoong desafiante—me devolverás todo lo que es mio.
El capitán se queda un rato en silencio, para luego sonreír—eso me incluye?
Jaejoong rueda los ojos—aunque vinieras de rodillas suplicando mi perdón, no querría a un idiota como tú.
Yunho se acerca—pretendes que te devuelva la propiedad que por derecho me pertenece?, ¡yo me la gané!. No cuenta todo lo que he pasado para obtenerla?, desde el primer día en que mi padre me obligó a casarme contigo y pretendes que deje todo en el olvido?, está loco señorito Kim, completamente loco, si las quieres de regreso tendrás que pagar un alto precio por ellas.
Cual derecho, de que hablas...de tu sacrificio?, finalmente yo soy el más perjudicado. Me devolverás todo, eso te lo puedo jurar (contestó Jaejoong)
El capitán lo mira, que deseos de tumbarlo en el suelo., para castigarlo con su pasión. Deseaba que esos ojos que ahora lo miran con rencor, fuera como esas miradas amorosas que le dedicaba cuando eran adolescentes. No se atreve a colocar un nombre a lo que está sintiendo, pero lo está consumiendo por dentro cada minuto que pasa.
Jaejoong va al encuentro del capitán Henney, algo le dice al oído y ambos salen juntos de ese lugar.
Ver a Kim Jaejoong, su esposo, salir del brazo con otro hombre, a algún lugar donde seguramente harán el amor, hace que la frustración del capitán se desborde.
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