miércoles, 21 de septiembre de 2022

PLENILUNIO 12

(Pacto de Lobos)

Todo está listo para el gran evento de ese año.

—Esta vez no habrá excusas ni cancelaciones. La boda se llevará a cabo en la primera luna llena de abril. —Sentenció el líder Jung.

El campamento y alrededores están decorados a la antigua usanza celta. Las mujeres preparan sus mejores atuendos, mientras las amazonas dejan muy poca piel oculta. El novio y los invitados han bebido hasta la última gota de cervezas del pueblo y aún siguen en pie...es la antelación del gran evento, donde el futuro líder en medio del bosque debe marcar a su prometida en el acto de apareamiento.

El aullido de un centenar de lobos, indicará que el ritual ha sido consumado.

Junsu hace una mueca, él no participará en tal farsa.

En su mente se repite lo dicho por su hermano... Si bien Jeong quedó marcado como traidor, las sospechas de Junsu apuntan a otra persona, tiene vagos recuerdos de cuando era solo un pequeño de tres años.

A la mañana siguiente...

Yunho coloca un paño con hielo sobre su frente, maldita jaqueca, murmura.

—¿De verdad lo harás? —pregunta Junsu.

Yunho arruga el ceño—Es muy temprano para que empieces con tu cantaleta. Además, reclamé a Mi Suk, ante toda la aldea, ella llevará mi marca, será mi compañera con la que tendremos descendencia. Seré nombrado líder. Es mi destino. Las antiguas leyes emergerán con toda su sabiduría.

—Me parece estar escuchando a nuestro padre, esas palabras no son tuyas. —dijo Junsu.

Yunho resopla.

—Prometí ser un líder justo y amar a mi manera, eso es lo que haré por el bien de todo el clan.

—De verdad lo lamento, —dijo Junsu y salió del cuarto.

Yunho se quedó un rato, tratando de ahogar por completo cualquier sentimiento. Su destino ya está trazado.

En otro lugar...

Jaejoong baja las escaleras, esboza una sonrisa.

Kang Dae sonríe y lo invita a desayunar.

—Lamento haberme mostrado tan vulnerable, —dijo Jaejoong.

Kang Dae toma su mano.

—En mi opinión, la persona más fuerte es aquella que no esconde sus sentimientos. Para muchos, es más fácil fingir que enfrentarse a la realidad.

Jaejoong mira las manos de Kang Dae, tan grandes que cubren por completo las suyas.

—Por qué eres tan complaciente.

—Solo contigo, —dijo riendo.

Y Jaejoong siente que poco a poco ese magnetismo que envuelve a Kang Dae, lo está atrapando a él.

En el bosque

El anciano mueve las piedras entre sus manos, las acerca a su boca y resopla sobre ellas.

Junsu está atento a las reacciones del hombre mayor.

—Es inútil, las caprichosas piedras se niegan a revelarme sus secretos, —dijo para luego cerrar los ojos y dormitar un rato.

Junsu hizo una mueca.

—Intente otra vez.

El anciano abre los ojos...

—Muchacho, las cosas ocurrirán en su momento...de nada sirve apurar el trote del destino, lo que será... será. No hay otro modo.

En la ciudad

—Necesito decirte algo, —dijo Jaejoong, de pronto.

Kang Dae frente a él.

—Tienes toda mi atención.

—El clan al cual pertenezco, es decir, al que pertenecía...me repudió, por ser sangre mestiza.

Kang Dae respira profundamente.

—Ya veo...

—Si te incomoda mi presencia, entenderé...me iré ahora, —dijo Jaejoong.

Kang Dae se apresura en decir.

—La sangre de dos culturas corren por mis venas. Me enorgullezco.

Jaejoong está sorprendido.

—La sangre pura es solo una metáfora. Pero una realidad que solo unos pocos poseen, si eres un rey o príncipe... El líder de ese clan, ¿es un rey?, —preguntó.

Jaejoong negó con la cabeza.

—Entonces, es un iluso, —contestó Kang Dae.



En una mansión de la ciudad.

Una sirviente lleva un mensaje sobre una bandeja de plata a la señora Hana... Ella oculta su emoción, después de varios días...su amante la espera en el mismo lugar de siempre. Es lo que dice la nota.

Mientras en otro punto de la ciudad.

Kang Dae  toma de las manos a Jaejoong.

—Sé mi compañero, dijo de pronto.

Jaejoong se sorprende.

Kang Dae continúa.

—Quizás no soy la persona que esperas, como un compañero destinado, tal vez ni tú ni yo lo encontremos, pero te ofrezco mi protección, mi pasión y mi calor. Tal como los humanos, podemos convertir una apasionada amistad en un amor real y si no es así, al menos disfrutaremos de agradables encuentros, así no nos sentiremos tan solos.

—Yo...

—La puerta de mi habitación, siempre estará abierta para ti, para cuando te sientas preparado para iniciar una agradable aventura, —dijo Kang Dae.

En otro lugar

Soo que desde algunos días ha observado a Junsu, decide hablar con el líder Jung.

—Si las asperezas entre nosotros, realmente, se han suavizado, dijo Soo, no te negarás en entregarme a Junsu, digo, como mi nuevo pupilo.

El líder Jung respira profundamente y luego de pensarlo, solo, algunos minutos...

—Está bien, creo que le hará bien unas cuantas lecciones contigo.

Soo sonríe. Hace tiempo que quiere probar carne tierna.

—Sabes que suelo llevar a mis pupilos lejos del campamento, para una mejor y adecuada instrucción. No te molesta, ¿verdad?

El líder Jung hace un gesto de aprobación.

—Será bueno para él mantenerse alejado.

Soo sonríe con suma satisfacción.

En la ciudad

En un lugar apartado...Kang Dae mantiene suspendido del cuello a uno de los sujetos que atacaron a Jaejoong. Los otros yacen inconscientes.

—Se acaba el tiempo, hablarás ahora o nunca... Nunca quiere decir, eso... que nunca volverás a hablar.



Min Jun le acerca unas tenazas con la que sujeta la lengua del hombre.



El hombre que ya se orinó de miedo hace gestos que si hablará.



—Un hombre elegante nos buscó en el bar, dijo que tenía un trabajito para nosotros, que ganaríamos una buena cantidad de billetes. Le juro que no lo conocemos, nunca antes habíamos hecho tratos con él, solo sabemos su nombre...Neul. —dijo con voz temblorosa.





Jaejoong continúo trabajando, Kang Dae dispuso a un grupo de hombres que lo vigilen en todas partes, sin que él se dé cuenta. Tienen órdenes de protegerlo en todo momento.



En la tarde se reunió con Yoochun.

—Hace rato que te noto incómodo, ¿que sucede? —preguntó Yoochun.

Jaejoong hace una mueca.

—¿Ves a esos hombres?

Yoochun ríe, —parecen sacados de una película de extraterrestres.

Jaejoong también ríe.

—Kang Dae cree que no me doy cuenta. Él los envía para protegerme.

Yoochun alza una ceja.

—Vaya, vaya, el señor todopoderoso te cuida incluso la sombra.

Jaejoong resopla.

—No me gusta sentirme vigilado todo el tiempo.

Yoochun sonríe.

—Pues dile y punto.

Jaejoong se sonroja.

Lo cual provocó la astucia de su amigo. —Entonces te propuso algo... ¿Indecente? —No negarás que a veces... Solo a veces quisieras que te tocara con sus grandes manos.

Ambos ríen.





Más tarde.



—De ninguna manera, —dijo Kang Dae. 

Jaejoong arruga el ceño.

—No necesito guardaespaldas. Siempre me he defendido solo.

—Ahora no estás solo, me tienes a mí.

—De todas maneras, no quiero que tus hombres me sigan a todos lados.

—Es necesario.

—Por qué.

—Porque yo lo digo.

—No es suficiente, necesito una razón real y no un berrinche de un niño grande.



Min Jun que llegaba no pudo evitar reír.

—Lo siento.



En el bosque

De pronto el anciano se despierta con una amarga sensación.



En la mansión Jung



—Señorito, está en grave peligro, —dijo una sirvienta, en voz baja, procurando no ser vista ni escuchada por los otros empleados.

Junsu alza las cejas.

—Su padre, el líder Jung, lo entregará a ese hombre despreciable de Soo. Los escuché. Se lo llevarán aprovechando la boda del señorito Yunho. Por favor huya. Cualquier lugar es mejor, que estar  bajo la tuición de ese depravado.



Junsu quiso hablar con Yunho, pero este se encontraba con su prometida, en lo que es una anticipada luna de miel.

Esa tarde, agarró una mochila con algunas pertenencias. La escondió debajo de la cama.

Salió al pasillo cuando en ese momento el líder Jung y Soo llegaron juntos. Se escondió y esperó que entraran al despacho. Luego tomó una de las llaves de las camionetas que están en el estacionamiento de la mansión.

Tomó el camino hacia el bosque, y aceleró, los que lo vieron pasar...no les pareció extraño, todos saben que el hijo menor del líder Jung a menudo visita al viejo loco del bosque.



Se sorprendió cuando vio al anciano en el camino, llevaba un morral sobre su espalda y caminaba sujetándose con un bastón de bambú.

—Muchacho, la divina providencia te envió.

En un cuarto de un hostal del pueblo.

Yunho mantiene de la cintura a su prometida, quien salta sobre él, sus gritos de placer se pueden escuchar en todo el hotel. Luego de voltearla, tomarla de las caderas y así empujarla con fuerza... su furia va en aumento, cuando palpa y busca aquello que ella no le puede dar.  
Tae había sido un buen amante, pero no lo suficiente. Nadie lo será.
Se viste después de haber pasado casi todo el día encerrado en la habitación con Mi Suk. Mientras ella duerme, agotada. Él no deja de sentirte un perfecto idiota.

Mientras en la ciudad, en una exclusiva universidad.

El hijo de Han Hana, se enfrenta a puños con un grupo de jóvenes mayores que él. Ella tuvo que acudir a la rectoría; el joven solo recibió una amonestación. Además, quien podría castigar al futuro príncipe de una de las castas más antiguas del país.
Mientras la limusina que los lleva de regreso a la mansión...
Hana respira profundamente.
—¿No hablarás conmigo?
El muchacho hace una mueca y se encoge de hombros.
—Estás molesto conmigo, porque sigo buscando a tu primo y por eso te desquitas con tus amigos, ¿es eso?
Max la mira con frialdad.
—Estoy molesto, sí... porque tú eres mi madre no la de él. Si lo encuentras lo golpearé tan fuerte que querrá marcharse al lugar de donde nunca debió salir. 
Cuando la limusina llegó a la mansión, Max bajó corriendo y se encerró en su habitación.
El ama de llaves, la saluda solemnemente, para luego comentarle que el señor Neul ha estado influenciando en el muchacho. Quizás a eso se deba su carácter tan irritante.

Hana no dejará que Neul intervenga en la educación de su hijo, así que volvió a salir, el chofer la llevó a la nueva casa que el hombre compró, para así hacer realidad sus bajos instintos sin que nadie lo cuestione. 

Una hora después...


Un empleado dijo que el señor Neul no se encontraba en ese momento en la mansión.

Hana hace una mueca, es evidente que está allí... Los borrachos y prostitutas dormidos en las escaleras dan testimonio de una desenfrenada orgía que siguió hasta el amanecer.

—No me tomes por tonta, dijo ella molesta.

El empleado se disculpa haciendo una reverencia.

Subió las escaleras con cuidado para no despertar a los despojos humanos, con un fino pañuelo tapa su pequeña nariz. El hedor es vergonzoso.

Abrió la puerta de la habitación, trató de no respirar mientras abre las ventanas, de inmediato una muchacha y un muchacho que dormían con Neul  se levantaron a tropezones.

—No tienes vergüenza.

Él bosteza, luego arruga el ceño.

—Mujer, es muy temprano para que vengas a mi casa a regañarme. Cierra la ventana, quiero dormir.

—Pasa del medio día.

—Tuve una noche ajetreada, no te metas... En mi estilo de vida (ríe)

Ella respira hondo...

—No me interesan tus vulgaridades, pero solo una cosa te voy a pedir ¡No intervengas en la educación de mi hijo y mucho menos lo influencies de mala manera! ¿Entendido?.

Neul vuelve a bostezar para luego mirarla con una sonrisa irónica.

—Qué dirá tu esposo, el capitán, cuando sepa que su virtuosa esposa, tiene un... Amante

Ella se quedó callada por algunos segundos.

—Hace tiempo que estamos separados, sabes bien que tiene a otra.

Neul que no para de bostezar.

—Separados, pero no divorciados... Para todos los efectos siguen siendo marido y mujer.

Ella se acerca un poco más.

—No puedes amenazarme, no me importa.

Neul sonríe de medio lado.

—Deja de buscar a tu sobrino, ya para qué...

—No desistiré.

—Entonces, creo que Max debe saber que tienes un amante.

Ella palideció.

—No puedes ser tan ruin.

—Deja de buscar al medio lobo y yo no diré nada.



Ella retrocedió, y antes de salir lo miró con asco.

—Eres una escoria.


En el pueblo

Mi Suk se reunió con otras mujeres. Mientras Yunho condujo hacia la ciudad, debe finiquitar un negocio... Ya que después de la boda viajará por algunos meses con la que será su esposa. Para luego asumir como único líder de todos los clanes.

En la ciudad

Kang Dae baja las escaleras, mientras abotona las mangas de su camisa...su corbata está torcida, por lo cual Jaejoong tuvo la amabilidad de acomodarla, esa cercanía lo hace sonrojarse y a la vez es agradable. Kang Dae sonríe. Toma las suaves manos de Jaejoong.
—¿Quieres acompañarme? Iré a una de las sucursales de mis empresas que tengo en el extranjero. 
Jaejoong sonrió—No eres nada modesto.
Kang Dae ríe —Y para qué ser modesto cuando lo evidente salta a la vista.

En el trayecto tuvieron una amena conversación.
Cuando llegaron, los empleados se levantaron de sus escritorios e hicieron una reverencia.
La secretaria personal le comunica, a Kang Dae,  que el señor Jung Yunho lo espera en la oficina de juntas.
Kang Dae descifró enseguida la mirada de angustia de Jaejoong.
—Puedes esperar en mi oficina, volveré enseguida.

Mientras en el pueblo.

—Por favor, venga conmigo, —dice Junsu al anciano.
Este mueve la cabeza en negación.
—Sería un estorbo, debes irte lo más pronto posible...(Busca algo de su morral, saca un papel amarillento por el paso del tiempo) Si necesitas ayuda, busca a esta persona.
Junsu alzó una ceja, luego respiró profundamente.
—Pero, no puedo dejarlo solo.
—Nunca estoy solo, muchacho. Vete.
Junsu lo abraza y sollozando le pregunta...
—¿Puedo llamarlo, abuelo?
El anciano que hace intentos por no llorar.
—Puedes, puedes... ahora vete y no llores como Magdalena.
Junsu le sonrió y se marchó. 
El anciano soltó unas cuantas lágrimas.

Mientras en la ciudad.

Después del saludo respectivo. Yunho  comienza a hablar sobre su propuesta. Kang Dae lo escucha.
Jaejoong escucha voces, de las otras oficinas, pero... una voz apaga todas las otras... se acerca y coloca su mano contra la pared. Tan cerca y tan lejos.
De pronto Yunho se quedó callado y mira en dirección a la pared, hay una puerta que la conecta con la otra oficina. Respira profundamente, sus pupilas se dilatan y se puso de pie. Caminó y abrió la puerta... No había nadie.
Kang Dae carraspea.
—¿Sucede algo?
Yunho resopla.


En algún lugar en la carretera.

Junsu tomó el camino de la carretera alternativa. Y así no despertar sospechas.  Cuando está cerca de la estación de trenes, dejó la camioneta a un costado del camino. 
Corrió hasta el andén, el tren ya comenzó su marcha... El hombre de la boletería lo miró un momento, le entregó el boleto y deseó buen viaje.

Mientras en una de las oficinas de la empresa de Kang Dae.


Este escuchó los argumentos de Yunho, también revisó algunos documentos, estadísticas, etc.
—Impresionante, señor Jung... pero no es lo que necesito.
Yunho arrugó el ceño, se levantó del escritorio y caminó amenazante, tan cerca de Kang Dae que pudo haberle dado un puñetazo., pero se controló.
—¡Qué broma de mal gusto es esto! ¡He dejado de lado a otros inversionistas! ¡No encontrará otra mejor oferta en este país!
Kang Dae respira hondo.
—Contrólese, no parece un hombre dichoso ante su próximo matrimonio.
Yunho molesto agarró su carpeta y maletín...
—Se arrepentirá... Usted perderá mucho.
Kang Dae esboza una sonrisa, algo cínica.
—A mi parecer, señor Jung, usted perderá más que yo.


Más tarde...
—Lo siento, —dijo Jaejoong.
Kang Dae se sienta frente a él. —Te escucho.
Jaejoong caminó por la sala, para luego respirar hondo y contarle en resumidas cuentas su fugaz romance con el futuro líder.
Kang Dae se pone de pie y camina hacia el pequeño bar a un costado de la habitación.  Le ofrece un trago.
—Si te sirve de consuelo, fui algo arrogante y no acepté su oferta... debo admitir que era una oferta demasiado tentadora, —dijo.
—¿Por qué hiciste algo así?
Kang Dae hizo una mueca.
—Supuse que algo pasó entre ustedes.
Jaejoong respira profundamente.
—Son tus negocios.
—Nada es más importante que tú.

Mientras de regreso al pueblo.

Yunho se detuvo un momento a un costado del camino. A lo lejos se ve la marcha de un tren. No sospecha que su hermano escapa de las garras del despreciable Soo.

Faltan algunas horas, para el inicio del plenilunio; la luna brillará resplandeciente y él tendrá que marcar a su prometida. Su estómago se remueve.

No tiene ánimos de ver a su padre, tampoco a su prometida...no quiere escuchar los reclamos de Junsu.  Necesita algunas horas; en soledad.

Mientras que...

Yoochun y Jaejoong salieron fuera de la ciudad. Específicamente a las montañas. Allí hay un campamento con cientos de hombres lobos, de la misma condición de Jaejoong. Hombres alejados de sus clanes por no ser de sangre pura.
Cuando los ven llegar y en especial a Jaejoong, se escucharon murmullos... Pero de admiración... ellos ven en Jaejoong algo especial, algo que los anima a seguirlo.

En la cabaña del anciano...

Hace unas cuantas muecas, mirando el cielo... Luego mueve las piedras y las tira en la tierra. Sus ojos se agrandan.
—Caprichosa luna...

En un andén de la ciudad

Junsu se extrañó, al percibir la fuerza de la luna...
—"Es extraño" piensa, —"aún faltan dos días para la luna llena"

Mientras 

Jaejoong sabe que su amigo algo está planeando, respiró hondo y decidió dejarse llevar, tal vez, así pueda olvidar que en algunas horas más, Yunho estará definitivamente fuera de su vida.
Yoochun incita a su amigo a divertirse.
Jaejoong no dudó en bailar, beber... reír. Pero esa noche, era especial... algo dentro de su ser hizo que retrocediera ante cualquier tentación.
Yoochun alzó las cejas.
Jaejoong le sonríe.
—No sería justo para Kang Dae, él ha tenido mucha paciencia. 
Yoochun hizo una mueca.
—Entonces le aullarás, ¿a la luna creciente?
—Es una muy buena idea.
Y mientras los demás, disfrutaron una noche de alcohol y sexo. 
Jaejoong caminó hacia una ladera... desde allí, las estrellas se ven tan cerca que él podría tocar una. Sonríe. La luna creciente resplandece más de lo común y eso le hace sentir una extraña sensación.
Pronto sus párpados se cerraron, y no pasó mucho tiempo para su cuerpo astral abandonará su cuerpo humano.

Mientras en el bosque del pueblo           
    
Yunho buscando la soledad y un lugar tranquilo... condujo y llegó, sin darse cuenta, al lugar donde estuvo la cabaña. Respiró profundamente. La luna creciente brilla en lo alto, más luminosa de lo común.
De pronto se sintió demasiado cansado, cerró los ojos y se durmió profundamente.

Y fue que ambas almas se encontraron, tan sutilmente y etéreas, como figuras transparentes, danzantes una alrededor de la otra... formando a instantes sus formas animales y humanas, imperceptibles. Las voces de sus conciencias dormidas, fueron escuchadas por sus lobos interiores. Ellos no olvidan la promesa hecha a la luna llena y la luna no olvida que los escuchó.

Oh, te he extrañado tanto, cada fibra de mi cuerpo te desea, te anhela. No deseo nada más que tenerte así, rendido completamente, arrodillado frente a mí... sentir tus labios, cerrándose al alrededor de mi eje, succionando, lamiendo...me vuelves loco. 
Tu aliento me da vida. Y tu aroma, oh, estoy mareado. Mis manos no pueden detenerse, necesito acariciarte.
Te acariciaré los muslos y atraparé con mi boca tu sexo... Tu sabor es único, nadie sabe como tú. Eres delicioso, estoy sediento de ti... déjame beber toda tu esencia. La necesito. Mis manos no paran de palparte, te puedo reconocer, incluso con los ojos cerrados. Oh, estás tan mojado, listo para mí. Preguntas ¿por qué me rio? Tus tetillas están erectas, con tan solo un simple toque de mi lengua.
Noto tus mejillas sonrojadas, niño travieso... reaccionas tan delicioso y tentador para mí. Tócame mi cuerpo está acalorado, siento la sangre bombear hasta mi polla.
Sentirás el dolor, me deslizaré dentro de tu apretado culito... empujaré y gritarás de placer, una y otra vez. Escuchó tus gemidos, me excito cada vez más... Mis manos te sujetan con fuerza de las caderas, tus delicadas caderas... Te pediría disculpas, por ser tan grande, y sacarte más de una lágrima., pero no puedo pensar en otra cosa que empalarte una y muchas veces más, entre más te doy, más quiero. Soy adicto a tu pequeño y blanco trasero.
Cuando finalmente me miraste, fue como volver a un lugar. Cálido... Me abrazaste y acariciaste mi espalda, susurraste algo y yo me estremecí.
Tus piernas rodearon mi cintura, y en un momento de éxtasis sin igual, hundí mis colmillos en tu suave piel. Lamí las gotas de sangre, me pareció el más exquisito néctar. La pasión no acabó en ese momento, el calor nos volvió a atrapar, con total furia animal y como si fuéramos dos lobos libres, corriendo por el bosque... Te hice mío una vez más.
Está hecho, nuestro lazo es para siempre. Tú en mí, yo en ti. No hay otro modo.

Al día siguiente

Yunho se despertó, sintiéndose extrañamente emocionado... alza las cejas, su boda es todo menos deseada. Recuerda vagamente que tuvo un sueño, pero por más que trata de recordar... las difusas imágenes se van volviendo más lejanas al punto de no recordar ni las placenteras sensaciones. La emoción también se evaporó.

Mientras

Yoochun conduce de regreso a la ciudad, mira de reojo a Jaejoong que ha estado demasiado callado.
—No has dicho nada desde que salimos, ¿ocurrió algo?
Jaejoong respira profundamente...
—Tuve un sueño.
Yoochun sonríe...
—¿Eso te tiene tan callado?
Jaejoong hace una, mueca.
—Fue extraño.
—Entonces olvídalo.
—Ya lo olvidé.
—¿Entonces? —pregunta Yoochun alzando las cejas.
Jaejoong respira hondo. —Es una sensación extraña. (mira a su amigo), no te rias de mi, pero...es como si mi alma hubiera salido de mi cuerpo.
Yoochun sonríe, Jaejoong hizo una mueca.
—No me rio, al contrario... Bien sabido es que algunas veces y ciertas personas pueden viajar astralmente y luego no recordar, contestó Yoochun.
Jaejoong lo mira...
—¿Hablas en serio?
Yoochun ríe...
—No.
Finalmente, Jaejoong también ríe.

Cuando llegó al Penthouse, subió a ducharse... Fue cuando sintió un tirón punzante, alrededor de la nuca, y cuello. Trato de mirarse ayudado de un espejo. No hay huella. El dolor pasó rápidamente.

En el pueblo

Yunho llegó al campamento... Todo está dispuesto para el crucial momento, quedan algunas horas para que la próxima luna llena resplandezca en lo alto… La capilla del pueblo recibirá a los novios y todos serán testigos del "Sí" ante Dios.  Luego, cuando el sol se esconda detrás de las montañas y emerja la luna majestuosa, el verdadero ritual se llevará a cabo, en el bosque.

En la ciudad

—Si estás cansado, podemos dejarlo para otra noche, dice Kang Dae, invitando a Jaejoong cenar.
Jaejoong respira profundamente y acepta la invitación. Regresaron tarde, bordeando la medianoche... Jaejoong bebió más de lo común.



En otro lugar de la ciudad

Yoochun que no cree en el destino, y solo en los contactos de amantes de su celular... Camina hacia el estacionamiento, mientras decide que la noche aún tiene mucho que ofrecer. Cuando decide a quien llamar, de pronto siente unos pasos presurosos y al alzar la vista un muchacho que miraba hacia atrás choca con él.

—¡Ayúdeme, me vienen siguiendo!, dice temblando.

Yoochun que en su mente todo se nubló y solo pudo darle unos cuantos puñetes a unos tipos de mal aspecto y luego amenazarlos para que se fueran, tambaleándose por la breve pero contundente paliza. Mira al asustado muchacho. Abrió los ojos de asombro.

—Eres, aquel, muchacho del pueblo.

—Y usted es, aquel hombre de la supuesta entrevista.

Yoochun respira profundamente, tal vez, el destino quiera jugar con él. Y viendo al muchacho tan cerca, está tentado en jugar.

Mientras en el pueblo

Yunho y Mi Suk dan el sí ante el altar.

Después escaparon hacia el bosque... y luego de un juego de seducción, en que ambos están abrazados, desnudos en el momento del éxtasis... El futuro líder...no pudo desenfundar sus colmillos. Su lobo interior se negó a marcarla.


En tanto, en el Penthouse...

Kang Dae se sorprende cuando la puerta de su habitación se abre...

—No quiero estar solo, esta noche... dijo Jaejoong.
Entonces Kang Dae lo recibió en su cama.




CONTINUARÁ...

domingo, 28 de agosto de 2022

PLENILUNIO 11

(Pacto de Lobos)


Pasado el mediodía

—Como no conozco del todo sus gustos, le preparé un poco de todo. Espero que sea de su agrado, señorito —dijo Min Jun, esbozando una sonrisa al ver la expresión de sorpresa de Jaejoong.

—Todo eso... ¿es para mí? —preguntó él, incrédulo, ante la variedad de exquisitos platillos dispuestos sobre la mesa.

—El señor Kang me ordenó atenderlo bien —respondió Min Jun mientras llenaba su taza de café—. ¿Qué le pareció la experiencia de esta mañana? Espero que haya sido... emocionante.

Jaejoong dejó escapar una pequeña risa.

—Decir emocionante es poco. Nunca había saltado en paracaídas... tuve miedo, incluso mareos, pero Kang me dio valor para lanzarme. La sensación en el estómago, ese cosquilleo antes de caer al vacío... fue como un orgasmo. Todavía me tiemblan las piernas.

El mayordomo sonrió, contagiado por su entusiasmo.

—Conozco bien esa sensación —carraspeó, algo incómodo—. El señor Kang es un excelente paracaidista. No hay nada que no pueda hacer.

—Ya veo que lo admira mucho —comentó Jaejoong, divertido.

—Así es... pero le ruego no se lo mencione.

Ambos soltaron una carcajada.

Jaejoong dirigió una mirada fugaz hacia las escaleras.

—El señor Kang tuvo que salir un momento —explicó Min Jun enseguida—. Me pidió que le ofreciera disculpas. No se preocupe, aquí está completamente seguro.

Jaejoong arqueó una ceja.

—¿Seguro?

Min Jun volvió a aclararse la garganta.

—El señor es muy protector.

Mientras tanto...

Soo caminaba de un lado a otro como fiera enjaulada, lanzando maldiciones; cualquiera que se cruzara con él recibía parte de su furia.

—¡Cálmate! —le gritó uno de sus aliados.

Soo lo fulminó con la mirada antes de dejarse caer pesadamente en un sillón. Tomó un trago largo, luego otro... hasta casi vaciar la botella.

—Emborrachándote no arreglarás nada.

—¡Al diablo! —escupió Soo.

—No cometas errores, Soo.

Soo se inclinó hacia adelante, con una sonrisa torcida.

—El clan Jung debe caer. Solo yo merezco liderar todos los clanes.

El otro hombre negó con la cabeza, incrédulo.

—Mucho discurso, poca sustancia. Si quieres demostrar tu derecho, enfréntate al futuro líder y véncelo. Pero sabemos que no tienes ninguna oportunidad.

Soo entrecerró los ojos.

—Encontraré la forma... sin ensuciarme las manos.

El otro soltó una risa seca.

—Hay algo más importante que los Jung. El hijo del príncipe Han es el verdadero peligro, incluso para ellos.

Soo sonrió con siniestro deleite.

—He enviado a mis mejores hombres tras su pista. No descansarán hasta acabar con él.

En la mansión Jung

Yunho, recién llegado de la ciudad, escuchó gritos que salían del despacho. Al abrir la puerta, vio a su padre alzando el brazo, a punto de golpear a Junsu. Sin dudarlo, Yunho se interpuso.

—No te atrevas —gruñó, con los dientes apretados.

—No te atrevas tú a desafiarme —rugió su padre—. Eres mi hijo mayor, pero aún no has sido proclamado líder. ¡Quítate o te golpearé a ti también!

Yunho se plantó aún más firme, acercándose peligrosamente.

—Adelante. Golpéame. Descarga tu rabia... pero a mi hermano no lo tocas.

El líder Jung bajó el brazo, fulminó a Junsu con la mirada.

—Contigo hablaré después —escupió.

—Lo que tengas que decir, dilo ahora —le espetó Yunho, implacable.

Su padre hizo una mueca de desprecio.

—Tu hermanito ocultó información importante.

Yunho miró a Junsu, que bajó la vista, incapaz de sostenerle la mirada.

—No puede ni mirarte a los ojos. Es débil, una vergüenza —bufó el líder—. No parece hijo mío.

Yunho rodeó los hombros de Junsu con una mano protectora.

—Ve a tu cuarto —ordenó, suave pero firme.

Cuando Junsu salió, Yunho volvió a enfrentar a su padre.

—Deja de tratarlo así. Es tu hijo.

El líder respiró hondo, conteniendo su rabia.

—Es demasiado débil. Deja de protegerlo y consentirlo, o nunca aprenderá a ser un hombre. Si no cambia antes del próximo plenilunio, me encargaré yo mismo.

Yunho clavó la mirada en él.

—Toda mi vida obedecí tus órdenes, sacrifiqué lo que sentía por tu causa... pero a Junsu no lo arrastrarás contigo.

—¿Acaso debo repetírtelo todo de nuevo?

—No hace falta —replicó Yunho, helado—. Me sé de memoria tu letanía.

El líder Jung bebió un trago de vino, gruñó entre dientes.

—Ahora lo ves injusto, pero cuando tengas hijos entenderás. No hay nada más valioso que heredar tierras donde puedan nacer y crecer en libertad. ¡Debes mantener a los mestizos lejos! Los humanos... son la peor plaga de este mundo.

En otro lugar

Han Hana esperaba en la habitación de un hotel de lujo. Cuando vio entrar a Eunji, contuvo la respiración. Entre ellos ardía un fuego secreto.

—Por favor, Eunji —suplicó ella, mientras él la rodeaba con sus manos ásperas—. No podemos seguir viéndonos así. No está bien.

Él esbozó una sonrisa ladeada, sus dedos rozando la curva de sus pechos.

—¿De verdad quieres que me vaya?

—No soy una jovencita ingenua.

—Y me alegra que así sea —murmuró él, antes de besarla. Ella se rindió, olvidándose del mundo cuando la llevó a la cama.

En el pueblo

Yunho entró sin llamar a la habitación de Junsu. Lo encontró sentado en el suelo, abrazándose las piernas.

—Soy la vergüenza de la familia, ¿verdad? —murmuró Junsu, sin mirarlo.

Yunho revolvió su cabello.

—Deja de decir tonterías.

Junsu levantó la vista, vulnerable.

—No sabía que era importante... lo del forastero.

Yunho arqueó una ceja.

—¿Forastero?

—Fue amable, educado... —su rubor lo delató.

Yunho sonrió apenas.

—¿Qué te preguntó?

—Quería saber historias del pueblo... mitos, leyendas. Dijo que era para un reportaje de naturaleza, o algo así. No vi el peligro.

—¿Qué le contaste exactamente?

—Nada serio... solo historias de ancianos, sangre pura de lobos...

Yunho suspiró, conteniéndose.

—¿Le contaste nuestra historia a un desconocido?

—Le dije que eran cuentos para asustar a niños. Nada más.

Yunho respiró hondo.

—Está bien. No hay por qué alarmarse.

—Pero padre está furioso...

—Ya sabes cómo es, le gusta gritar por todo.

Yunho no preguntó más, no quería preocuparlo. Sin embargo, esa noche puso a varios hombres a vigilar la mansión. No le creyó ni una palabra a ese cuento del reportaje.

En la ciudad

Jaejoong hojeaba libros en la sala de Kang Dae, distraído. Observó los cuadros colgados, retratos de hombres con atuendos tradicionales. Miró el reloj: era tarde. Se levantó para marcharse, pero Min Jun lo detuvo.

—Por favor, señorito... espere. Si se va, el señor Kang me degollará —dijo, con humor forzado.

Esa noche

Kang Dae lo invitó a un concierto de violines. Luego cenaron en un restaurante elegante y terminaron caminando por un parque iluminado por cientos de faroles. Las ramas de los árboles se entrelazaban formando arcos, dándole al lugar un aire casi irreal.

Cuando Jaejoong intentó despedirse, Kang se negó a dejarlo marchar solo.

—Min Jun preparó la suite de invitados. No queremos que se sienta ignorado, ¿verdad?

Ya en la habitación, Jaejoong suspiró, mirando alrededor. Todo era demasiado lujoso. Extrañaba el aroma del bosque. Se dejó caer en la cama, suave como una nube. No sabía qué pensar de Kang Dae. Era encantador, atractivo... Y sin embargo, su corazón seguía siendo de Yunho. Pero Kang despertaba en él sensaciones difíciles de ignorar.

Al día siguiente

—Amigo mío —le dijo Yoochun con una risa burlona—, no eres una doncella. Dale a tu cuerpo lo que te pide. Deja las novelas rosas. ¡Por Dios! Tienes a un hombre como ese rendido a tus pies y ¿le vas a negar el agua? Además, es bueno para la piel.

Jaejoong rió. Yoochun siempre tenía una forma tan práctica de verlo todo.

—Te llamé varias veces, ¿dónde estabas? —le preguntó.

Yoochun suspiró teatralmente.

—Haciendo averiguaciones.

—Esa sonrisa... Park Yoochun, dime la verdad. ¿Conociste a alguien?

Yoochun soltó un largo suspiro, provocando la risa de Jaejoong.

—Bastante especial.

—¿Y?

—Nada.

—¿Nada? —Jaejoong arqueó una ceja, divertido—. Si Park Yoochun no conquistó a alguien, es grave.

Yoochun puso cara de santo.

—Así como me ves, tengo principios. Jamás aprovecharía la inocencia de alguien.

Jaejoong parpadeó. Era la primera vez que escuchaba a Yoochun hablar así. Debía ser alguien realmente especial.




Continuará...

Próximo capítulo:Grandes revelaciones.


viernes, 19 de agosto de 2022

PLENILUNIO 10

(Pacto de Lobos)


Yunho está inquieto, ignorando las miradas que lo recorren con descaro libidinoso. Camina buscando la fuente de esa esencia tan tentadora como deliciosa. Su lobo interior está despierto y exige ser liberado. Tae, que parece su sombra, lo sigue adonde vaya, parloteando sin parar, exagerando su actitud coqueta.

De pronto, el futuro líder encuentra lo que busca: sus ojos destellan, sus fosas nasales se ensanchan... el deseo le recorre el vientre bajo. Jaejoong está allí, tan espontáneo y desinhibido como siempre. Murmura algo al oído de otro hombre; ambos ríen y brindan por lo que seguramente será una noche ardiente, moviéndose al ritmo cadencioso de la música.

Yunho empieza a impacientarse. Sabe que no tiene derecho a reclamar nada... pero su lobo no entiende de razones. Por eso trata de responder a los descarados estímulos de Tae.

Jaejoong ríe ante las palabras encendidas del hombre que lo acompaña, prometiéndole una noche inolvidable bajo la luz de la luna. De pronto, otro intenta llamar su atención, provocando un altercado que Yoochun se encarga de enfriar antes de que terminen destrozando el lugar.

Yunho frunce el ceño. Si él estuviera con Jaejoong, ningún hombre —ni humano ni lobo idiota— se atrevería a mirarlo. Todos sus encantos serían solo suyos.

Tae alza las cejas, nota la tensión de Yunho y, antes de que se distraiga con otro, empieza a moverse sensualmente al ritmo de la música.

—Lo siento —dice Yoochun, sonriendo—, espanté a tus pretendientes... Eso es lo que provocas, amigo. Míralos: te devoran con la mirada, tienes de dónde escoger. Y si ninguno cumple tus expectativas, ya sabes... somos amigos —ríe—. Ignora al cretino y a su mascota.

Jaejoong esboza una sonrisa. Mientras tanto, Yunho baila, demostrando que en la pista —y en cualquier otro escenario— sabe moverse a la perfección, sobre todo cuando se trata de amantes. Sonríe mientras atrae a Tae con fuerza, sus movimientos se vuelven cada vez más provocativos, lanzando fugaces miradas a Jaejoong.

—Es un idiota —murmura Yoochun—. No podrá apagar esa calentura con otro. Ya veré cómo le quito esa sonrisa cínica.

Jaejoong toma su chaqueta y sale a la calle. Tantas feromonas de hombres lobo lo tienen mareado y verlo con otro es demasiado. Lo superaré, se promete, aunque sabe que tomará tiempo. Respira hondo mientras enciende un cigarrillo; la brisa de la noche se lleva el humo, y con él, los suspiros de Jaejoong. Ve a Tae subirse a la camioneta de Yunho, que parte en dirección al bosque.

—Lo siento —dice Yoochun, siguiéndolo—, solo quería que te divirtieras.

Jaejoong sonríe amargamente.

—Esas pequeñas muestras de lo que siente por mí solo me hacen replantear mis propios sentimientos. Su cobardía es más grande que el amor que aún me tiene, y eso es peor.

Yoochun se queda perplejo. Jaejoong lo mira.

—Solo digo que... necesito un hombre a mi lado. Y, por lo visto, Yunho no es quien yo creía.

Yoochun alza una ceja.

—¿Y la pasión? No podrás resistir mucho tiempo...

Jaejoong sonríe con picardía.

—No olvides que soy medio humano. Puedo resistir eso y mucho más. Pero, ¿quién dijo que me resistiré a las pasiones de otro hombre?

Yoochun ríe aliviado y, dándole un golpecito en la espalda, lo invita a tomar otro trago.


Algunas horas después

—¿Aún despierto? —pregunta Yunho al ver a Junsu en la sala.

—Pues yo pregunto: ¿Tan pronto de regreso? Estamos en la previa de la temporada de apareamiento y mi hermano está en casa... ¿Ya te aburriste de tu sombra?

Yunho sonríe de medio lado.

—Solo vine a cambiarme. Estoy pegajoso.

Junsu hace un gesto de asco. Yunho ríe y sube a bañarse. Bajo el agua que recorre su cuerpo tonificado, basta pensar en Jaejoong para que su lobo reaccione. Apoya la frente contra la pared y respira profundo. Da gracias por no haberlo marcado; de lo contrario, estaría perdido. Por ahora, Tae ha calmado sus deseos. Golpea la pared. Es necesario seguir engañándose.


A la mañana siguiente

—Si sigues caminando de ida y vuelta, vas a abrir un forado en la alfombra —dice Yunho a su padre.

—Tenemos problemas —responde el señor Jung, sin rodeos.

Yunho ni se inmuta.

—Si se trata de Soo, no te preocupes. Lo tengo vigilado. Siempre está husmeando algo... supongo que tú también.

El señor Jung resopla. Dejará el asunto del supuesto hijo del príncipe Han para otro momento. Hay algo más urgente.

—Hay un sujeto que, según mis informantes, está interesado en nuestras tierras.

Yunho arquea una ceja.

—Muchos han querido estas tierras, y bien sabes correrlos —dice, divertido.

—Esta vez es distinto.

—¿Por qué?

El señor Jung carraspea, toma una copa de vino.

—Es un hombre poderoso. Muy poderoso.

Yunho lo observa, intrigado. Su padre oculta algo. Sonríe: hay demasiados secretos, pero todos terminarán saliendo a la luz.

—Quiero que lo sigas. Averigua sus intenciones. Si son rumores o si realmente pretende apoderarse de lo que nos pertenece —dice el señor Jung, entregándole un sobre con información.

—¿Y después?

Su padre arruga el ceño.

—Defenderemos lo que es nuestro, como siempre: con sangre y sudor, si es necesario.


Mientras tanto, Junsu visita al anciano

—El destino ya echó a correr —dice el viejo con una sonrisa.

—¿Qué quiere decir? —pregunta Junsu, intrigado.

El anciano se encoge de hombros.

—Las piedras no me dicen más. Solo sé que las piezas empiezan a encajar y una gran verdad saldrá a la luz.

Junsu parpadea. El anciano tose; Junsu le alcanza un vaso de agua de hierbas y lo ayuda a beber. Mientras descansa, Junsu se pregunta quién es realmente ese hombre. Nadie lo sabe. Una vez quiso preguntar a su padre, pero el señor Jung lo miró de tal forma que retrocedió sin atreverse.

Cuando el anciano despierta...

—Huele bien...

Junsu sonríe.

—Le preparé sopa de pollo.

El anciano arquea una ceja. Sabe que Junsu es curioso.

—No tengo todas las respuestas, jovencito. Quizá esa sea la mayor magia: dejarse sorprender por el destino.

—¿Cómo llegó a este valle? ¿Tiene familia? —insiste Junsu—. Supongo que hijos, nietos...

El anciano deja de comer.

—Se hace tarde... tengo sueño.

Junsu suspira. El anciano respira hondo.

—Mi memoria es frágil. A veces siento que tengo un nieto... pero no recuerdo su nombre.

Junsu sonríe.

—Trate de recordarlo y le prometo que lo buscaré.


En otro lugar

Un hombre elegante se observa en el espejo, acomoda su corbata. El mayordomo entra.

—Está de buen humor, señor... ¿Quiere el desayuno en la sala o en la terraza?

El hombre sonríe.

—Hoy tomaré café en un pintoresco lugar del centro.

El mayordomo alza una ceja.

—¿Usted, en un lugar pintoresco? Sospecho que tiene otra intención.

El hombre sonríe y sale sin responder.


Esa mañana

Tae, con un tono infantil, recorre el pecho de Yunho con un dedo.

—Quédate conmigo. Te mimaré de mil maneras...

Yunho sonríe, aparta su mano y se abotona la camisa.

—Tengo deberes que cumplir. Pero créeme, con gusto me quedaría contigo —siente un pinchazo en el estómago. Su lobo no está de acuerdo.

Tae, con cara de cordero degollado, logra que Yunho lo lleve con él. Pronto se aburre mientras Yunho habla de negocios con otros hombres, luego encarga a un misterioso contacto investigar al hombre que amenaza sus tierras.

Jaejoong hace muecas mientras el dueño del local lo regaña, recordándole sus torpezas pasadas: la bandeja caída, la botella derramada sobre un cliente difícil.

—Te lo descontaré del sueldo. Y la próxima vez quedas despedido... a menos que aceptes mis otros requerimientos —dice en voz baja.

Jaejoong toma una bandeja. Por un segundo quiso golpearlo, pero respira hondo y va a atender a una pareja. Se detiene. Es demasiado tarde para retroceder. Abre su libreta.

—¿Qué se van a servir?

Tae arquea una ceja y sonríe con burla.

—Recítame el menú.

Jaejoong le señala el menú frente a sus narices.

Yunho carraspea y pide un café.

Tae insiste.

—Te he visto antes. Eres el mestizo, ¿verdad? Se habló mucho de ti en el campamento... No hueles como uno de nosotros.

Yunho lo fulmina con la mirada. Jaejoong sonríe, cortante.

—Me alegro de no oler a perro mojado.

Tae se pone de pie. Jaejoong no se inmuta.

—Basta —dice Yunho.

Jaejoong, sin mirarlo siquiera, espeta:

—Haz el favor de llevarte a tu mascota.

Tae va a responder, pero Yunho lo toma de la mano.

—Vamos a un lugar más privado.

Tae sonríe. Jaejoong respira hondo cuando se marchan. No puede evitar pensar que, en otras circunstancias, Yunho y él... No, se dice. No puede dejarse llevar por ilusiones. Un cobarde que niega sus sentimientos siempre será un cobarde, aunque sea un gran líder.

Qué contradictorio.


Cuando el hombre elegante está por llegar a la cafetería donde trabaja Jaejoong, recibe una llamada urgente. Suspira: dejará ese café para después.

Esa noche, Jaejoong hace doble turno. Pasada la medianoche, los demás se han ido. Solo queda sacar las bolsas de basura por la parte trasera. Hace una mueca: parece una escena de película de terror. Cierra el local y camina hacia el estacionamiento. Antes de llegar, cuatro tipos borrachos lo rodean.

—Qué suerte... cayó un angelito.

Jaejoong respira hondo y los enfrenta. Los hombres se miran y ríen.

—Si ya terminaron de reírse, pueden largarse.

La invitación no es bien recibida. ¿Qué puede hacer contra cuatro tipos con esa mirada sucia? Podría correr, como cuando era más joven. Pero la luna se asoma tras las nubes y un hormigueo recorre su cuerpo. Siente pinchazos en las encías; su visión se vuelve borrosa. Dos de los hombres se lanzan, pero los derriba con facilidad. El esfuerzo, sin embargo, es demasiado para quien apenas empieza a despertar su instinto animal.


Horas después

Despierta sobre un colchón mullido, cubierto de sábanas de seda. Pestañea, tratando de recordar.

—Buenos días, señorito. ¿Durmió bien? —pregunta un hombre elegante.

Jaejoong intenta salir de su confusión. El hombre sonríe.

—Permítame presentarme —dice, haciendo una leve reverencia—. Soy Min Jun, mayordomo del señor Kang... quien anoche lo salvó heroicamente de cuatro sujetos a los que, por cierto, usted dejó bastante maltrechos —sonríe.

—¿Kang? —repitió Jaejoong, confundido.

—Kang Dae, el poderoso —dice Min Jun, arqueando una ceja—. ¿No ha oído hablar de él?

En ese momento, la puerta se abre.

—Te esperaré abajo para desayunar juntos. Seguro tienes mil preguntas en esa linda cabecita —dice Kang Dae, sonriendo.

Luego mira a Min Jun.

—Y deja de llamarme el poderoso.

El joven se encoge de hombros.

—Es lo que significa su nombre.

—Y supongo que Min Jun significa tonto —replica Kang.

El mayordomo hace una mueca.

—Significa amable, inteligente y guapo.

Jaejoong los observa.

—¿Son pareja? —pregunta.

Min Jun casi se atraganta.

—¡No, que Dios me libre!

Kang Dae rueda los ojos.

—Ni siquiera mi mayordomo me respeta.

Jaejoong sonríe.

—Min Jun dijo que me defendiste de esos idiotas —dice.

Kang Dae sirve café en una taza de porcelana fina.

—¿Té o café?

—Café, por favor.

—Verás —dice Kang—, esa mañana tenía toda la intención de ir a verte, pero unos asuntos no tan importantes como tú me retuvieron. Por suerte, tuve el pálpito de pasar por esa calle. Vi cómo derribaste a dos y te desvaneciste. Antes de que pudieran tocarte un cabello, los reduje así —chasquea los dedos.

Min Jun rueda los ojos.


Horas después

El líder Jung camina furioso por la sala, mirando su reloj. Gruñe. Yunho respira hondo: también está molesto. Se suponía que tendrían una cita de negocios con un importante inversionista extranjero, pero la canceló por motivos personales.


En otro lugar

Jaejoong respira profundo mientras Kang Dae ajusta su cinturón de seguridad.

—¿Mareado? —pregunta Kang.

—Un poco —admite Jaejoong.

Kang sonríe, tranquilo.

—Es normal la primera vez. Aunque, cada vez que lo hagamos, lo sentirás más profundo... En mis brazos no tienes nada que temer.

Jaejoong sonríe, nervioso. El vértigo, las cosquillas y el miedo de arrojarse al vacío se mezclan en un grito casi orgásmico.

Más tarde, Jaejoong camina con las piernas temblorosas. Sonríe, avergonzado.

—Nunca en mi vida había hecho algo así... Es pura adrenalina.

Kang Dae sonríe, voz grave y seductora.

—Conmigo aprenderás a conocer las sensaciones más deliciosas.


...

jueves, 4 de agosto de 2022

PLENILUNIO 9

(Pacto de Lobos)


Ya había pasado tiempo desde la última vez que sus miradas se cruzaron y sus cuerpos se entregaron sin reservas.
Los recuerdos seguían ardiendo en la piel de Yunho, como brasas que nunca se apagaban, dejando un calor que se colaba hasta en sus sueños. Cada caricia, cada suspiro, cada roce brutal y dulce a la vez, revivían en su mente con una mezcla de anhelo y frustración. Resopló, resignado. Tal vez nunca volvería a sentir esa pasión desenfrenada, aquella intensidad que hacía temblar sus huesos y soltar los gritos más profundos. Pero sabía, con una certeza que apretaba su pecho, que había tomado la decisión correcta.

—Un líder insatisfecho nunca tendrá paz —dijo Junsu, su hermano, con un tono firme y algo de reproche.

Yunho apartó la mirada, intentando ignorar esas palabras. ¿Qué sabía su hermano sobre pasiones? Junsu era práctico, distante, incapaz de comprender la vorágine que le consumía por dentro. Aun así, la advertencia quedó clavada como una daga invisible.

De vez en cuando, sentía ese puñetazo de su lobo interior golpeándole el estómago, recordándole que la bestia estaba ahí, latente, hambrienta y descontrolada. Y entonces, la imagen de Jaejoong aparecía, desinhibido, rebelde, haciendo que su ceño se frunciera con celos y miedo a perderlo. Otro podría llegar a su vida, y él no podría hacer nada para detenerlo.

Esa necesidad incómoda, ardiente y persistente, le arrancaba sueños húmedos cada noche, sueños donde las sábanas se empapaban del fuego que seguía sin extinguirse en su alma. Para intentar calmar esa inquietud, Yunho había frecuentado bares, sumergiéndose en encuentros pasajeros, en cuerpos extraños que solo servían para llenar el vacío que solo Jaejoong podía colmar.

Una noche, conoció a un muchacho con un parecido físico inquietante a Jaejoong. Sin pensarlo, lo arrinconó en una callejuela oscura, dejando que la necesidad y la desesperación tomaran el control por un instante. Pero esos encuentros nunca lograban apaciguar el fuego que quemaba dentro.


Los planes de la boda seguían su curso, implacables, como un reloj de arena que se vaciaba lentamente. Yunho no ocultaba su amante; al contrario, se mostraban juntos en bares, en moteles discretos, sin temor ni vergüenza. Nadie cuestionaba la vida amorosa y sexual del futuro líder, porque detrás de esa fachada ruda y controlada, todos sabían que él tenía derecho a sus deseos.

Pero un día todo cambió.

Un enfrentamiento violento estalló entre los hombres del líder Jung y un grupo de seguidores de Soo. Los rumores corrían como fuego salvaje entre los clanes. Yunho, con el ceño fruncido, preguntó qué había sucedido.

Junsu respondió con una mueca amarga:

—Si dejaras de jugar con esa mala imitación, lo sabrías.

—Sé que no te agrada, pero él...

—No me importan tus falsos motivos.

—Lo que siento cuando estoy con él no es falso.

Junsu soltó un resoplido de desdén.

—Para un lobo, cualquier cuerpo puede saciar su lujuria. Sabes bien que me refiero a otra cosa.

Yunho apretó los labios, optando por no seguir discutiendo. Prefirió entrar a la sala mientras los rumores de traiciones entre los bandos se intensificaban. Nadie dudaba que Soo era un enemigo peligroso, un traidor al que era mejor tener cerca para vigilar.

Pero esa regla estaba a punto de romperse.

Los ánimos se caldearon hasta el límite. Los líderes alzaron la voz con furia, conscientes de que no podían coexistir dos alfas en un mismo territorio. Aunque Yunho había sido designado como el único líder de ambos clanes, Soo se negó a aceptar el pacto, rompiéndolo sin contemplaciones.

Los más sanguinarios propusieron un combate, un desafío para que cada líder nombrara a un campeón que los representara.

Por supuesto, Yunho aceptó. Se enfrentó al mejor hombre de Soo en una lucha que dejó marcas en su cuerpo y en su orgullo. La batalla fue dura, cada golpe resonó como un trueno, cada movimiento una danza de poder y voluntad.

Al final, Yunho salió vencedor. Fue levantado en andas por sus seguidores, mientras el aire vibraba con vítores.

Soo, en lugar de enojarse, soltó una risa amarga.

—Todo fue un montaje para medir la reacción del futuro líder —dijo con una sonrisa torcida.

Pero Yunho no se dejó engañar por esa excusa barata. No tomó represalias; en cambio, usó la oportunidad para romper el compromiso que mantenía con Soo. Aunque no le gustó, Soo lo aceptó.

—Es mejor vigilar al enemigo de cerca —pensó Yunho, sintiendo la pesada carga de la responsabilidad sobre sus hombros.


En otro lugar, Soo intentaba calmar a Yuta, que no aceptaba la ruptura del compromiso.

—Deja de gritar —le advirtió Soo, con voz fría—. No cambiarás la decisión de Yunho con berrinches.

—¡Oblígalo a casarse conmigo! —gritó Yuta, desesperada—. ¡Seré la burla de todas las envidiosas!

Soo suspiró, sin mostrar simpatía.

—Encontraré otro pretendiente digno de ti, no un campesino con gustos excéntricos.

Yuta estalló en un berrinche que sólo los sirvientes soportaron con paciencia.


Mientras tanto, Yunho se miraba al espejo, abotonándose la camisa con cuidado. Junsu apareció con una mueca de ironía.

—Supongo que vas a ver a tu amante —dijo con tono burlón.

—Supones bien —respondió Yunho sin apartar la mirada.

Junsu se cruzó de brazos.

—Si ya no hay impedimentos, ¿por qué no buscas a…?

—Imposible —interrumpió Yunho con firmeza.

—¿Por qué? ¿Es por su mitad humana? Ya veo, sigues con esa estúpida idea de depurar la sangre, ¿verdad?

Yunho resopló, cansado de las mismas discusiones.

—Hermano, búscate alguien más. Así no te meterás en mis relaciones.

Junsu sonrió.

—Está bien, no diré nada. Pero después no vengas a llorar.

Yunho rió por primera vez en horas.


Semanas después, Jaejoong corría entre las mesas del bar donde trabajaba. Esa noche, un grupo de jóvenes lobos entró al local. Su presencia le erizó la piel; temía ser descubierto, que supieran de su sangre mestiza.

Pero no pasó nada. Su lado humano parecía más fuerte que el lobo dormido dentro de él. Respiró aliviado, aunque la decepción también lo invadió. Llevar la carga de dos naturalezas era un peso cruel.

Cuando llevaba una bandeja con cervezas, escuchó la conversación de los jóvenes.

—¿En serio pasó eso? —preguntó uno, curioso.

—Sí, los clanes Jung y Soo se enfrentaron y acusaron traición.

—El futuro líder fue elegido campeón y venció, además rompió el compromiso.

Jaejoong alzó una ceja, sonrió sin poder evitarlo.

—Dicen que Jung Yunho tiene un amante —continuó otro.

El corazón de Jaejoong se aceleró. ¿Hablaban de él?

Un joven más alzó una ceja.

—Hablas de Tae, ¿verdad?

—Sí, el mismo.

—Cuando Yuta se enteró, secuestró al chico, pero Yunho no dudó en rescatarlo. Eso sí que es amor.

Todos brindaron con risas.

Jaejoong dejó caer la bandeja, ruborizado, y salió corriendo hacia una callejuela. Allí lloró hasta quedarse sin lágrimas, sintiendo que su lobo nunca despertaría.



La lluvia comenzó a caer con fuerza mientras Jaejoong caminaba por las calles solitarias. Intentó no pensar en Yunho ni en el vacío que sentía, pero cada gota parecía recordarle la soledad de su corazón roto. De repente, chocó contra un hombre alto y atractivo que, sin dudarlo, le ofreció su paraguas.

—No te haré daño —dijo con una sonrisa cálida—. Solo quiero protegerte de la tormenta.

Jaejoong lo miró desconfiado.

—No me conoces.

—Te he visto en el bar donde trabajas —respondió él con una media sonrisa.

Una chispa de curiosidad y algo más despertó en Jaejoong, quien respondió con una sonrisa tímida.

—¿Me estás acechando? —bromeó—. Eres el tipo que siempre se sienta en el rincón y pide lo mismo cada noche. Esa sonrisa tuya es condenadamente sexy.

El hombre rió con suavidad y le propuso esperar juntos a que pasara la lluvia en un bar cercano. Jaejoong vaciló, pero su lobo, adormecido pero atento, le impulsó a aceptar, manteniendo sus sentidos alerta.

En el bar, entre cervezas y risas, comenzaron a conocerse: películas favoritas, comida, pequeños secretos y anécdotas que hacían latir el corazón de Jaejoong con una mezcla de emoción y cautela.

Cuando Jaejoong preguntó su nombre, el hombre respondió con una sonrisa misteriosa:

—Te lo diré la próxima vez. Así tendré una excusa para verte de nuevo.

Jaejoong no pudo evitar sonreír. Por primera vez en mucho tiempo, algo parecía diferente.


Al día siguiente, Jaejoong se sentó en un banco de la plaza, intentando ordenar sus pensamientos. La lluvia había cesado, y el sol calentaba suavemente su piel. Cerró los ojos por un momento, dejando que el recuerdo de la noche anterior se instalara con una cálida esperanza en su pecho.

Pero su paz fue interrumpida por niños que corrían y lanzaban pistolas de agua, empapándolo por completo. Hizo una mueca y luego sonrió, recordando su propia infancia y las bromas que solía hacerle a Yunho, quien siempre terminaba tumbado en el pasto. También recordó a Junsu, su eterno apoyo en esas travesuras.

Más tarde, en el bar donde trabajaba, Jaejoong buscó al hombre misterioso en el rincón habitual, pero no apareció. Los días pasaron, y aquella ausencia comenzó a pesar en su ánimo.

Un día, mientras servía unas cervezas, escuchó una conversación entre un grupo de jóvenes lobos que comentaban sobre el futuro líder y su supuesta relación amorosa.

—¿Sabías que el futuro líder, Jung Yunho, tiene un amante? —dijo uno con voz baja.

El corazón de Jaejoong latió con fuerza; ¿sería él de quien hablaban? Sintió una mezcla de miedo y orgullo, y al instante, dejó caer la bandeja que llevaba, huyendo hacia la parte trasera del bar. Allí, en la soledad de una callejuela, permitió que las lágrimas fluyeran libremente, lamentando la crueldad de su propia naturaleza.


Mientras Jaejoong sollozaba en la callejuela, las voces de los jóvenes en el bar continuaban resonando en su mente.

—¿Se fijaron en el mesero? Creo que lo he visto antes.

—Sí, si lo hubiera visto antes, seguro no lo olvidaría. ¿Viste lo torpe y sexy que es?

Las risas se mezclaban con los ecos de sus propios pensamientos, y Jaejoong se sintió pequeño y vulnerable. Su vida dividida entre dos mundos lo hacía sentir un extraño, atrapado entre su humanidad y su naturaleza de lobo.

Después de secarse las lágrimas, respiró profundo y decidió regresar a su cuarto arrendado. Golpeó la almohada con frustración.

—¡Tonto cachorro! —murmuró con rabia y tristeza—. Solo fue una noche... como dijo él, está con otro y no lo oculta. Soy un estúpido.

Se duchó, tratando de borrar la sensación de vacío, y salió a caminar sin rumbo. De repente, comenzó a llover a cántaros. Corrió para refugiarse bajo un techo, y justo en ese momento chocó con un hombre alto y atractivo, quien sin dudarlo le ofreció su paraguas.

—No te haré daño —dijo con voz suave—. Solo quiero protegerte.

Jaejoong lo miró con desconfianza.

—No me conoces.

—Te he visto en el bar donde trabajas.

El hombre sonrió con esa media sonrisa que parecía esconder secretos, y Jaejoong sintió que algo en su interior se removía.

—¿Me estás acechando? —preguntó, divertido a pesar de sí mismo—. Eres el tipo que siempre se sienta en el rincón y pide lo mismo todas las noches. Esa sonrisa tuya es condenadamente sexy.

El hombre rió y lo invitó a entrar a un bar cercano para esperar que la lluvia amainara.


Ya dentro del bar, las luces tenues y el aroma a madera añeja creaban una atmósfera íntima y acogedora. El hombre pidió dos cervezas, y poco a poco la tensión que Jaejoong sentía comenzó a disiparse, sustituida por una curiosa mezcla de intriga y comodidad.

Hablaron de cosas cotidianas, de películas favoritas, de comidas y de fines de semana soñados. Rieron juntos, y Jaejoong notó cómo, por primera vez en mucho tiempo, se permitía ser él mismo sin máscaras ni miedos.

Cuando la noche avanzaba, Jaejoong se animó a preguntar:

—¿Me dirás tu nombre? Hemos hablado de todo, y no sé con quién he compartido estas historias.

El hombre lo miró con intensidad, con esa sonrisa pícara que hacía latir con más fuerza el corazón de Jaejoong.

—Te lo diré la próxima vez —respondió—. Así tendré una excusa para verte de nuevo.

Jaejoong no pudo evitar sonreír, un brillo de esperanza asomó en sus ojos cansados.

Al día siguiente, sentado en un banco de la plaza, Jaejoong dejó que el sol calentara su piel mientras trataba de ordenar sus pensamientos. Los niños pasaban corriendo, salpicándolo con pistolas de agua; él sonrió al recordar su propia infancia, llena de travesuras y de momentos con Yunho y Junsu.

Pero esa felicidad se mezclaba con la incertidumbre de su presente. No sabía si algún día podría ser completamente aceptado ni si su lobo, tan dormido y callado, alguna vez despertaría del todo.


Los días pasaron lentos y silenciosos. Jaejoong volvía cada noche al bar con la esperanza de ver al hombre de la sonrisa pícara, pero sus mesas se quedaban vacías, y el rincón solitario seguía intacto. La ansiedad comenzó a apoderarse de él, mezclándose con la frustración que sentía por el espacio que Yunho había dejado en su vida.

Una noche, cuando las luces del bar ya eran un susurro y los murmullos llenaban el ambiente, apareció Yoochun, con esa presencia relajada pero firme que siempre había tenido. Jaejoong sintió un alivio inmediato, como si la tormenta de sus emociones encontrara un ancla.

—¿Por qué esa cara tan seria? —preguntó Yoochun con una sonrisa.

—¿Me estás vigilando? —bromeó Jaejoong, aunque en el fondo agradecía tener a alguien en quien confiar.

—Claro que sí —respondió Yoochun, haciendo una mueca divertida—. Y me alegra verte, sabes que siempre estoy para ti.

Ese momento de sinceridad le permitió a Jaejoong abrirse un poco más. Compartieron risas, frustraciones y sueños rotos, y en el aire quedó una promesa tácita: no estaba solo.

Pero el peso de sus pensamientos regresó cuando Yoochun mencionó su molestia por Yunho.

—Voy a patearle el trasero cuando lo vea —dijo con determinación.

—Déjalo —respondió Jaejoong con una sonrisa melancólica—. Cuando llegue el momento, seré yo quien se lo haga saber.

Yoochun soltó una carcajada, admirando la nobleza y terquedad de su amigo.




CONTINUARÁ.

miércoles, 29 de junio de 2022

PLENILUNIO 8

(Pacto de Lobos)


Yunho está consternado, las palabras de su padre se repiten en su mente una y otra vez. Se ha quedado sin palabras, derrumbado, vagando entre sus sentimientos y la lealtad. 

El líder Jung, aprovecha esa debilidad.

—Unirse a Jaejoong sería considerada una traición. —dijo.

Yunho alzó la mirada.

—¿Dónde crees que ha estado estos últimos cinco años? Puedes adivinarlo. Piensas que soy un despiadado, pero cuando se fue de este territorio, lo envié a seguir... estaba preocupado por su seguridad. De todos modos era hijo de una de los nuestros. Finalmente, se unió al clan de Jeong, su tío. ¿No te parece, por decir, extraño que justo ahora se aparezca? Seguro, ese traidor de Jeong, está planeando algo.

Yunho niega con la cabeza.

—Jaejoong no es como su tío.

—Lleva la misma herencia traicionera. Si te unes a él, ¿podrás mirarlo cada día, y cada noche sin negar que su sangre está manchada?.

—¡Qué hago con esto que siento! —gritó apretando los puños, dejándose caer al suelo.

—El apasionamiento se apaga con otro fuego —contestó el líder Jung.  


Comenzaba a amanecer cuando subió a la camioneta y condujo hasta el sitio de la cita. Faltaban aún algunas horas, pero no pudo esperar sin hacer nada.

Mientras...

Jaejoong tampoco puede dormir... revisó su guardarropa. Quiere dejar impresionado a Yunho cuando se encuentren.

—Cuanta coquetería, dijo Yoochun bostezando.

—Lo siento, ¿Te desperté?

—Tampoco puedo dormir, ¿Ansioso?

—¿Tanto se nota?, contestó sonriendo.

Yoochun se quedó en silencio por un momento, luego respiró profundamente.

—Sabes que tienes mi apoyo, en todo. Pero también debes saber que las novelas son solo eso, la realidad suele ser más cruda. ¿Bastará el amor?

Jaejoong respiró profundamente.

—Si él me ama como yo a él, juntos podremos. Es el destino.

—Como sea, joven enamorado, tienes mi apoyo y si alguna vez ese tal cachorro te lastima, me encargaré de hacérselo pagar, dijo Yoochun bostezando.

Jaejoong sonríe, está seguro que el amor es suficiente para librar toda prueba, que seguro tendrán que enfrentar.

Y esa mañana, Jaejoong condujo hasta el bosque mientras tararea una canción. Su corazón latió más rápido cuando vio la camioneta de Yunho estacionada a una orilla. Caminó adentrándose en el bosque. Lo vio sentado en un tronco, trituraba una rama y mantenía el ceño fruncido.

Inmediatamente, Jaejoong supo que algo no estaba bien.

Cuando quiso acercarse...

Yunho lo detuvo...

—No des un paso más.

—¿Tan grave es?, puedo darme cuenta de que algo te sucede.

Yunho tiró la rama al suelo. Aprieta los puños.

—Ya no te veré. —dijo en voz baja.

Jaejoong respiró profundamente...no era lo que esperaba escuchar.

—Repite lo que acabas de decir, mirándome a los ojos.

—No puedo —contestó Yunho.

—¿Por qué?, insistió...

—Tú y yo no podemos estar juntos.

—¿Es tu decisión? —preguntó, Jaejoong.

Yunho hizo una mueca y resopló.

—Son las circunstancias.

—Voy entendiendo...

—No lo creo.

—Entonces que esperas para decirlo. Esto nos involucra a los dos.

—No me hagas decirlo.

—Estás terminando, necesito una buena razón. Y no es que te quiera retener, solo quiero comprender tu fácil manera de cambiar de opinión.

Yunho se puso de pie, respiró profundamente... el aroma de Jaejoong es tan excitante. Pero se contuvo.

—¿Qué sabes de Jeong?

Jaejoong alzó una ceja, le pareció una pregunta extraña, en medio de una relación que recién empezaba y que ahora estaba terminando, de todos modos, respondió.

 —Yo era muy pequeño cuando él se fue del campamento. No tengo mayores recuerdos, hasta que mi madre me habló de un tío, hermano de mi padre que vive en la ciudad. De Jeong casi no hablaba.

 —¿Lo fuiste a buscar?

—Mi madre quiso que buscara al familiar de mi padre, lo encontré, pero me dio con la puerta en las narices. Fue cuando Jeong se cruzó en mi camino.

Yunho alza una ceja, su mirada es fría.

Jaejoong continuó...

—Él me apoyó en el momento en que todos me dieron la espalda. Tuve mucha suerte al encontrarlo.

Yunho frunce el ceño...

Jaejoong sigue sin comprender.

 —Pero que tiene que ver, ahora, mi tío con nosotros. No me digas que se enteró y te está amenazando.

Yunho ríe...

—Amenazarme a mí, ¿ese cobarde? 

Jaejoong se acercó demasiado, tanto que Yunho perdió el control y para no agarrarlo y tumbarlo en el suelo y hacer lo que estaba deseando. Lo empujó con brusquedad alejándolo.

Jaejoong se molestó...

—¡Qué te pasa idiota! ¿Crees que me detendré? Si quieres que me aleje dame una maldita razón. Que tiene que ver mi tío en tu absurda búsqueda de una razón.

Yunho dio una zancada y lo agarró de los brazos, lo olfateó... cerró los ojos y respiró profundamente, pero nuevamente lo alejó.

Jaejoong respiró hondo... Trató de comprender.

—Qué te pasa, cachorro, puedo sentir tu angustia... estás luchando contra tus sentimientos. Podemos superar cualquier cosa estando juntos. No permitamos que por tradiciones antiguas y tontas nos separen...

Yunho lo miró molesto.

—Las tradiciones no son tontas, deberías mostrar más respeto, pero supongo que la convivencia con Jeong te ha enseñado erróneamente el significado de dignidad y honor—dijo Yunho frunciendo el ceño.

Jaejoong alza las cejas.

—Entonces es por mi sangre, según tu padre, impura. Tan digno el señor Jung (cierto tono irónico)

—¡No quiero estar contigo! —gritó Yunho. —Llevas la sangre ¡del asesino de mi madre!. 

Jaejoong se quedó tan sorprendido que no pudo decir nada.

Yunho lo amenazó...

—Te advierto, no se atrevan a volver a estas tierras...de lo contrario haré pagar al maldito Jeong. Y si te interpones, olvidaré que compartimos una noche.

—Me amenazas y luego me denigras ¿Compartimos una noche? Se supone que somos pareja, compañeros destinados. —corrigió Jaejoong.

Yunho respiró profundamente, para luego esbozar una sonrisa.

—Muéstrame la marca, no recuerdo haberte reclamado. Deja de fantasear. 

Después retrocedió y se marchó sin mirar hacia atrás.

En ese momento, Yunho decidió darle la espalda a su compañero, pero su lucha interna no será nada fácil., pero no imposible; Jaejoong no lleva su marca.

Más tarde

Jeong estaba en el despacho, con un invitado, había ordenado no ser molestados.

Jaejoong caminó directamente hacia la escalera, Yoochun lo vio y se dio cuenta inmediatamente que la tal cita no salió como lo había esperado.

—Qué sucedió —preguntó tomándolo del brazo, Jaejoong, estaba visiblemente alterado.

—Necesito hablar con Jeong.

—No creo que sea prudente hablar ahora, primero cálmate. —recomendó Yoochun.

Jaejoong sin mirarlo, se suelta de su agarre.—No intervengas.

Dos hombres estaban resguardando la puerta, Yoochun les hizo una seña para que lo dejaran pasar.

—Despide a tu visita, dijo Jaejoong, tenemos que hablar.

Jeong hizo una mueca.

—Esos son los modales que...

—No me hables de modales... precisamente tú.

El hombre que estaba sentado de espalda, se pone de pie y voltea...

Jaejoong rueda los ojos, era el cazador, el hombre, al cual Yunho le dio una paliza. Al parecer no lo reconoció.

El hombre se despide de Jeong, diciendo que volverá para terminar de hablar sobre "Aquel asunto" Mira de reojo a Jaejoong.

Luego

—¡Me has avergonzado!, recrimina Jeong.

Jaejoong se mofa...

—Tu amigo está lejos de ser un caballero. Pero no vine a hablar de ese sujeto.

—Espero que sea importante, no dejaré pasar esta falta... Yo...

Jaejoong lo interrumpe.

—¿Fuiste tú?

Jeong alza una ceja.

—No tengo tiempo para adivinanzas.

—Tuviste algo que ver... ¿¡Con la muerte de la esposa del líder Jung!?

Jeong se quedó sin brillos en los ojos por algunos segundos, su expresión cambió radicalmente.

Jaejoong insiste...

—¡Responde!, ¿tú la asesinaste!?

Jeong respiró profundamente... apretó sus puños

—Yo la amaba.

Jaejoong se sorprendió.

Jeong siguió hablando —Éramos muy jóvenes, fuimos novios antes que conociera a Jung... 

—¿Hablas en serio? Si la amabas ¿Por qué la lastimaste? Adivino que fue por celos. —dijo Jaejoong.

—Él me la arrebató, aprovechó mi ausencia. Cuando volví ya se habían comprometido... Estaba loco de celos, es cierto, pero yo no tengo nada que ver. Seré un desgraciado en muchos aspectos, pero a ella jamás la lastimé, la amaba demasiado.—contestó Jeong.

Jaejoong tratando de creerle —Entonces por qué el líder Jung dice lo contrario.

Jeong resopla. —Ese imbécil siempre puso su propio beneficio antes que todo. Incluso a su esposa.

Jaejoong no comprende.

—Soo...  Es el único culpable y Jung lo sabe.

Jaejoong subió a su habitación, se sentó al borde de la cama y no tuvo que pensarlo mucho... con una mochila al hombro salió de la propiedad.

Yoochun trató de evitar que se fuera.

—Todos son despreciables. —dijo.

—Eso lo sabemos, pero que harás —preguntó Yoochun —vamos a hablar y tal vez...

Jaejoong negó con la cabeza. No hay nada de que hablar.

—¿Regresarás al clan Jung?

Jaejoong ríe ante esa pregunta, luego respira profundamente.

—No, no volveré... Tampoco regresaré aquí.

—Todo esto tiene que ver con tu cita, ¿verdad?, algo sucedió.

—La vida no es como las novelas, esbozó una sonrisa. Ni él ni yo somos el uno para el otro. Supongo que mi cariño de la niñez la confundí con algo que no fue más que una ilusión, Yunho me hizo volver a la realidad.

—Qué harás entonces., no puedo permitir que andes por ahí errante., dijo con preocupación Yoochun.

Jaejoong lo abraza.

—Gracias por ser mi amigo, pero esto es algo que debo hacer solo.

—Qué harás.

—Buscaré mi propia identidad. Sé que algo me espera.

Yoochun respira profundamente, le devuelve el abrazo.

—Sabes donde encontrarme.

Yoochun le pasó las llaves de su camioneta y no aceptó una negativa.

Jaejoong condujo toda la noche hasta la ciudad. Y aunque la desilusión es profunda... siente que algo importante cambiará su vida.


...

PLENILUNIO 15

 Pronto serán los juegos anuales de destreza, y esta vez será especial. Cada cinco años todos los clanes, sin distinción, tiene el derecho d...