Se ha obsesionado con la fantasía del amor, lo cual puede ser peligroso, perder todo orden de la realidad por un sueño que lo más probable nunca sea real. Como sea, volvió día tras día al café, pero el desconocido no ha regresado. Quizás el destino juega con sus sentimientos, piensa Jaejoong, luego suspira, fue una ilusión que se evaporó demasiado rápido. Apoya su cara contra una mano, mientras con la otra revuelve su café. De todos modos las ilusiones son solo eso...ilusiones.
La campanilla de la puerta, suena, anunciando a un cliente...
—Buenos días, señor, lo mismo de siempre?
—Si, por favor.
Aquella aburrida mañana, tuvo un vuelco, ahora los colores parecen más brillantes...el caracol sigue soñando.
Jaejoong pide otro café con galletitas cubiertas de chocolate con centro de vainilla.
El desconocido alza la mirada, un instante, para seguir leyendo el periódico.
Al otro día y al día siguiente Jaejoong y el desconocido vuelven al mismo lugar.
A veces antes otras después, pero siempre comparten el mismo espacio frente a un aromático café, aunque sus motivaciones sean distintas.
Sucedió un día, el desconocido se levanta y camina directo en dirección a su mesa, Jaejoong dejó la cuchara caer, su corazón comenzó a latir tan fuerte que podía chocar contra su pecho. Pero, simplemente el desconocido iba por su paraguas colgado detrás en un perchero.
Jaejoong hace una mueca, ya varias veces ha interpretado un gesto, una mirada, en señales que finalmente no lo fueron.
Decidió no volver, convencido que aquel hombre no es el amor que tanto anhela.
Los días pasan lentamente, mientras hace dibujos abstractos en la ventana de su habitación, con el vaho que sale de su boca, luego, se tumba sobre la cama y extraña, pero...que extraña? Al hombre del café? o al sentimiento, esa sensación se sentirse enamorado.
Mientras tanto, el desconocido regresó al café en varias ocasiones y luego de algunos días, dejó de ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario