El frío invierno se hace notar.
Jaejoong hace una mueca, debió haber salido con un paraguas, pero esa mañana no había indicio de lluvia. Ahora el cielo es cubierto por nubes negras, a ratos escucha los truenos golpeando como tambores. La lluvia se dejó caer como si todos los ángeles vaciaran baldes con agua sobre su cabeza, apura el paso. Sería tan romántico que un apuesto hombre, Yunho, lo cobijara bajo su paraguas.
Sacude su abrigo antes de entrar a la cafetería.
Se podría decir que todos los paraguas negros se parecen o son iguales, pero Jaejoong podría reconocer entre millones de paraguas, uno en especial que está al lado de un abrigo del cual expele un exquisito aroma. Sabe que él está allí.
Respira hondo, tratando de no parecer ansioso...supone que todos en la cafetería conocen de sus sentimientos.
Efectivamente, Yunho está allí., estaba sentado a una mesa de distancia, de frente. Por lo cual Jaejoong podía verlo cuando miraba en dirección a la puerta. Estará esperando a alguien?, un amigo tal vez? O quizás a su novia, negó con la cabeza...no quiere pensar en esa posibilidad. De pronto la campanilla suena, Yunho se pone de pie para recibir a una mujer. Sonríe.
Jaejoong siente que podría desvanecerse y convertirse en gotas de rocío., Su pregunta había sido contestada. Nunca lo había visto sonreír y ahora su sonrisa es para esa mujer.
Los vio salir juntos, Yunho abrió su paraguas, ella lo tomó del brazo, reía de manera algo exagerada. Jaejoong suspira, también reiría como bobo, si pudiera tomarse del brazo de Yunho.
Ni siquiera vio que estaba aquí, dice con pesar, luego niega con la cabeza y se regaña., por qué tendría que recordarme? No significo nada. No me conoce, no soy nadie para él. He estado fantaseando con alguien que no sabe de mi existencia.
Tal vez hubo una pequeña mirada de reojo, y un sutil suspiro, tan etéreo que el caracol no pudo percibir.
Cuando sale de la cafetería...dio gracias de no haber llevado paraguas, así nadie podrá darse cuenta que no es la lluvia que moja su cara.
Dejó de ir a la cafetería...
Sin embargo, Yunho, acudió cada tarde...solo. Cada vez que suena la campanilla, alza la mirada, respira profundamente con cierto aire de frustración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario