viernes, 20 de mayo de 2022

PLENILUNIO 6

(Pacto entre Lobos)


Cinco años pasaron. Yunho regresó del extranjero convertido en un hombre de veinte años: educado, valiente, un guerrero letal… y un amante insaciable.

El líder Jung lo observa con orgullo.
Soo, en cambio, lo detesta en silencio. No soporta esa actitud altiva, la mirada que no se baja ante nadie, la personalidad avasalladora que se impone sin pedir permiso. Camina de un lado a otro, inquieto, irritado.

Mientras tanto, la luna asoma tras las montañas y en el bosque los jóvenes lobos se persiguen y se entregan a su instinto. Yunho no tiene que esforzarse: son ellas quienes se ofrecen en su camino. Una, dos, tres caen rendidas, satisfechas y enamoradas… él solo se sacude el deseo, sin quedarse con nada.

En la casa, Junsu cierra las ventanas. El viento arrastra un aroma espeso a sexo y tierra húmeda. Rueda los ojos: entre jadeos y gemidos no hay quien pueda estudiar o dormir en paz.

—No te atrevas —protesta cuando Yunho abre la puerta—. Apestas.

Yunho ríe, acercándose despreocupado.
—Vine a ver a mi hermanito. ¿Por qué no sales al bosque con los demás chicos de tu edad?
—No estoy interesado, por ahora —responde Junsu encogiéndose de hombros.

Aunque es un lobo de sangre pura, Junsu aún teme a su transformación. La retrasará cuanto pueda. Mira de reojo a Yunho:

—¿Y entre esas mujeres… encontraste a una especial? ¿Una que quieras marcar? ¿Tu lobo despertó?

La sonrisa de Yunho se borra. Arruga el ceño.
—Voy a darme un baño —gruñe, incómodo—. A la única que debo marcar es a mi prometida.

Junsu esboza una sonrisa irónica. Sabe que Yunho jamás reclamará a ninguna… y menos a la egoísta de Yuta, que sigue viajando por Europa como si nada.

Bajo el agua caliente, Yunho golpea la pared. Su lobo no acepta a ninguna hembra. El cuerpo responde como macho, pero el instinto… se retuerce, vacío. Se repite que todo cambiará cuando reclame a su prometida, aunque su pecho se quede helado solo de pensarlo.


Soo reúne a la manada para hablar de las viejas tradiciones.
—Las enseñanzas de Soo apestan —dice Junsu con repugnancia—. Huele mal… y sus cuentos están llenos de polvo.

Yunho ríe. Su hermano es demasiado sensible, pero no se equivoca: Soo apesta.
—Pero tiene razón en algo —añade Yunho—. No hay nada más exquisito que la piel de una hembra.
—¿Estás seguro de que podrás marcar a Yuta? —insiste Junsu—. Tu lobo no la quiere.

Yunho respira hondo, lo agarra del cuello de la camisa, se contiene y lo suelta.
—Lo siento. Tengo que poder. No hay otra opción.
—Siempre hay otra opción —susurra Junsu—. Hermano, solo quiero que seas feliz… sin cadenas.

Yunho se gira, camina, retumba la habitación.
—¿Sabes todo lo que hemos hecho para que nuestra sangre—

—Hablas como nuestro padre —lo corta Junsu—. Esas no son tus palabras.

—¡Me estás irritando!
—Entonces no me escuches, pero no podrás callar esa voz dentro de ti.

Yunho lo toma de los hombros con rudeza.
—¿Qué sabes tú?

—Sé que prometiste ser un líder justo. Yo solo quiero que cumplas esa promesa.

Yunho suspira, lo abraza.
—Discúlpame… Estoy confundido. Nada es suficiente.

—Encontrarás a la persona indicada —sonríe Junsu.

Pero Yunho sabe que nada es tan simple. Un compromiso entre lobos no se rompe sin sangre de por medio.

—¿Saldrás otra vez? —pregunta Junsu.

—Sí —responde Yunho, ya de espaldas—. Tengo una cita…


Mientras tanto

Es una noche cálida. Los lobos del campo respiran la pasión como un fuego bajo la piel. Jeong cruza el pasillo con paso furioso. Sin dudar, abre la puerta de Jaejoong de par en par. Aspira el aire. Un macho escapó por la ventana. El aroma aún flota.

—¿Buscas algo? —pregunta Jaejoong, envuelto en una toalla.

Jeong lo fulmina.
—No olvides que estás comprometido con Geong.

Jaejoong suelta una carcajada.
—Ese idiota no me provoca nada.

—En la intimidad se entenderán.

—No soy una damisela del siglo pasado, tío. Yo decido quién se mete en mi cama.

Jeong aprieta los puños. Muchacho engreído.

Poco después, Yoochun asoma la cabeza.
—Vi a tu tío mascullando insultos. ¿Otra discusión?

—Lo de siempre —responde Jaejoong, secándose el cabello—. Todos saben que Geong no sirve para nada.

—¿Seguirás viendo al galán que escapó por la ventana?

—Era solo un amigo… con quien compartí algo más que palabras.

—Yo también soy tu amigo —dice Yoochun, acercándose con un brillo en los ojos—. Y nunca hemos compartido nada más…

Jaejoong sonríe. Yoochun lo toma de la nuca. No hay objeción, ni resistencia. Se besan, se muerden, se ríen. La pasión se quema rápido, sin consumirse. Amistad, nada más.

—Besas bien —dice Yoochun, divertido.

—Tú también —ríe Jaejoong, dándole un golpe en el brazo.


Mientras Yunho…

Yunho se viste junto a la cama de un hotel. La mujer duerme exhausta, satisfecha. Él no siente nada. Jamás repite. Jamás vuelve.


Un grupo de lobos rebeldes del norte ataca la frontera de Jeong. Yoochun lidera la defensa. Geong huye como siempre. La batalla es breve, brutal. Yoochun es alzado en hombros, el héroe. Jaejoong lo recibe entre murmullos: un abrazo demasiado largo, demasiado intenso. Todos hablan. Ellos ríen.

Geong regresa, pálido.
—Soy la burla de todos… Oblígalo a responderme.

—Eres un cobarde —responde Jeong, con desprecio—. Yoochun es fuerte, valiente… mejor para Jaejoong. Tú no eres nada.

—Oblígalo —insiste Geong, amenazante—. Recuerda que sé todos tus secretos.

Jeong ríe, borracho de licor y resentimiento.
—Agradece que sigues respirando bajo mi techo. Cuando mis planes se cumplan, podrás hacer lo que quieras con él.

—¿No sientes afecto por tu sobrino favorito?

Jeong resopla, con la lengua envenenada por el alcohol:
—Me vengaré de los Jung. Todo será mío.


Días después

Yoochun y Jaejoong viajan sin destino.
—Bar Wolf. ¿En serio? —pregunta Jaejoong, divertido.

—Nombre original —ríe Yoochun.

—Ojalá me encuentre con un vaquero sexy, con los pantalones rotos en el trasero —dice Jaejoong.

—Yo también —bromea Yoochun.


Jaejoong observa el bar: una cápsula del viejo oeste. Botellas, mesas gastadas, lobos de mirada dura, apuestas, risas, olor a deseo.

—¿Es prudente mezclarnos? —susurra.

—Aquí nadie pregunta nada —dice Yoochun—. El barman es mitad lobo, viejo oficial de marina. Tiene balas de plata en la escopeta.

Brindan. —Que el destino guíe nuestros pasos.

Yoochun sonríe: su destino lo espera en un rincón. Le da una palmada a Jaejoong. —Nos vemos luego.

Jaejoong se queda. Dos, tres intentos fallidos. Unos quieren seducirlo, otros prometerle la luna. Su lobo bosteza.

—Lo siento —dice Jaejoong, divertido—. Espero a otra persona.

Entonces la puerta se abre. Una ráfaga de viento. Hojas secas. Todas las miradas se vuelcan hacia la entrada: Yunho. Su aroma estalla como fuego. Su lobo aúlla. Aprieta la lata de cerveza como si quisiera reventarla. El calor sube, lo sofoca.

Una sonrisa lo sorprende: Jaejoong.

Sin tiempo de reaccionar, Jaejoong se abalanza, risueño.

—¡Por Dios, Yunho! ¿No me reconoces? Solo fueron cinco años. Mi corazón casi se detiene cuando olí tu aroma…

Un hombre intenta apartarlo. Jaejoong gruñe:
—Lárgate.

El tipo retrocede, intimidado por un simple gruñido.

—Eso fue excitante —ríe Jaejoong—. Me eriza la piel.

Yunho escapa, sale a la calle, arde de deseo. Su lobo ruge: Tómalo.
Jaejoong lo sigue, implacable.

—Deja de seguirme —gruñe Yunho, sin voltear.

—No has cambiado nada, cachorro. Siempre huyendo de lo que realmente quieres.

Yunho se detiene. Su aroma lo embriaga. Murmura su nombre:
—Jaejoong…

—¿Por qué no me miras? ¿A qué le temes?

Yunho gira. Quiere gritarle, negarlo, reprimir la voz de su lobo… pero ya no hay defensa posible. Jaejoong sonríe. Yunho retrocede, atrapado.

—No puedo… —susurra.

—Yo solo quería una cerveza contigo, recordar tonterías —dice Jaejoong, haciendo círculos con la bota—. Tranquilo, sangre pura. Puedo aliviarte, pero no te preocupes… ya me voy.

Se da la vuelta, regresa al bar. Yunho arranca la camioneta. Se detiene a unos metros. Golpea el volante. Lo necesita de un modo que jamás sintió. Su lobo aúlla, insulta, se desespera.


Jaejoong bebe otra cerveza. Música country, risas, decepción. No llorará. Baila con vaqueros. Ríe cuando lo besan. No nota los ojos amarillos acercándose.

Los hombres caen al suelo. Se arrastran, heridos. Jaejoong hace una mueca y sale.

—¿A dónde crees que vas? —la voz de Yunho, ronca, cargada de deseo. Jaejoong tiembla. Su lobo aúlla.

—No me sigas. Me estaba divirtiendo —se burla Jaejoong.

—Detente.

—Tú no mandas en mí.

Yunho lo atrapa de la cintura, lo arrastra contra su cuerpo.
—Quédate conmigo esta noche.

Sus labios se rozan. Jaejoong lame su boca, se frota, gime. Luego ríe y corre. Yunho lo sigue, lo deja huir. Es un juego.

Cuando lo alcanza, Jaejoong se detiene, jadeante. Yunho se desnuda. Su transformación es veloz, sin dolor. Majestuoso. Se vuelve hacia Jaejoong, lo invita a montar. Jaejoong duda, pero se aferra a su lomo. Es imponente.

En lo más profundo del bosque Yunho vuelve a su forma humana. Está sudado, radiante. La erección late, feroz.

Jaejoong traga saliva. Sabe que tal vez nunca podrá transformarse. Que jamás correrán juntos como lobos completos.

Yunho lo percibe. Se acerca, respira con dificultad.
—¿Quieres que me detenga ahora?

Pero Jaejoong ya no puede responder. Yunho lo arrastra a la hierba húmeda, rompe su pantalón, lame su piel blanca, lo muerde. Besos feroces, manos que arañan, lenguas que reclaman.

—Obedece —gruñe Yunho contra su oído.

Y esta vez, Jaejoong obedece.
Se da vuelta, muestra su trasero. Refunfuña cuando Yunho lo palmotea. Gime cuando su lengua y sus dedos lo preparan. Llora de placer y dolor cuando lo penetra. Empujes duros, posesivos. No hay delicadeza. Solo hambre.

Solo Yunho. Solo Jaejoong.
Solo un lobo reclamando lo que siempre fue suyo.




CONTINUARÁ...

jueves, 5 de mayo de 2022

PLENILUNIO 5

 

(Pacto de Lobos)

Mientras tanto...

Jaejoong cierra el libro, la vela casi consumida tiembla cuando la brisa se cuela por la ventana. Yoochun duerme a su lado, roncando suavemente sobre un montón de cojines.
Pero Jaejoong no puede dormir. Algo lo inquieta. Se acerca a la ventana, observa el cielo. La luna está menguante, pero aún así su lobo interior da señales, se retuerce, araña sus entrañas.
Recuerda las palabras de Yoochun “¿Estás enamorado?” y se muerde los labios. No, no puedo estarlo. No tiene sentido. No tiene… futuro.

Siente algo detrás. Se da la vuelta de golpe. Es Geong, que sin hacer ruido se ha colado en la habitación.
—¿Qué haces aquí? —gruñe Jaejoong en voz baja, lanzándole una mirada fría.
Geong sonríe de lado, inclinándose como un actor de teatro.
—No podía dormir, pensé que querrías compañía —dice, caminando alrededor de él como un depredador que mide a su presa—. ¿Sabes? Te ves tan... vulnerable cuando miras la luna.
Jaejoong retrocede, pero su espalda choca con la pared.
—No quiero hablar contigo —dice con voz firme, aunque su corazón late con fuerza.
Geong posa una mano a cada lado de su cabeza, cercándolo—. No mientas. Puedo olerlo. Tú necesitas...
Pero no termina. Un gruñido bajo retumba detrás de él. Yoochun está de pie, medio dormido pero con los ojos brillando de furia.
—Te dije que no lo presionaras —advierte Yoochun, con un filo en la voz que sorprende incluso a Jaejoong.
Geong suspira, su mueca se vuelve cínica.
—Relájate, solo estábamos hablando. —Y se marcha, cerrando la puerta tras él con un suave clic.

Jaejoong se deja caer al suelo, respirando agitado. Yoochun se arrodilla a su lado, pasa un brazo por sus hombros.
—Te dije que es como una serpiente, debes tener cuidado —susurra.
Jaejoong asiente, hundiendo la frente contra su hombro—. Estoy cansado, Yoochun. De todo esto.

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Muy lejos de allí, Yunho recorre un pasillo de piedra fría en la universidad. Es invierno y sus pulmones exhalan vapor cada vez que suspira.
Ha pasado semanas enteras entrenando, estudiando, enfrentando a lobos arrogantes de otras familias. Todos quieren ponerlo a prueba. Todos quieren ver si el heredero de Jung merece su lugar.

Pero cada noche, cuando cierra los ojos, solo hay un recuerdo. Unos ojos brillantes como la luna reflejada en un lago oscuro.
Se odia por soñarlo. Se odia por imaginarlo en su cama. Se odia por no poder borrarlo.
Su lobo ruge dentro, exige respuestas que Yunho aún no puede darle.

En la biblioteca, un profesor anciano se le acerca, dejándole un sobre sellado con el símbolo de su clan.
—Deberías escribir a tu prometida, señor Jung —le dice con una sonrisa falsa.
Yunho no responde. Abre el sobre solo para encontrar instrucciones, planes, deberes. Promesas de un futuro dorado… pero que no le pertenece.

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En el bosque, el anciano vuelve a arrojar sus runas sobre la vieja manta de piel.
Esta vez, una runa cae lejos de las demás. Es la que lleva la marca del lobo errante.
El anciano sonríe, murmurando para sí mismo:
El agua siempre regresa a su cauce... pero este río traerá tormenta.
Y sopla la vela, apagándola.


Continuamos? 

En el próximo capítulo, un encuentro apasionado.


PLENILUNIO 15

 Pronto serán los juegos anuales de destreza, y esta vez será especial. Cada cinco años todos los clanes, sin distinción, tiene el derecho d...